Página 241 - La Temperancia (1976)

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Cooperación con la unión de mujeres cristianas
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que participen en las reuniones y enseñen a nuestras hermanas cómo
trabajar. En las reuniones oirían y recibirían al paso que imparti-
rían. Hay una gran obra que debe ser hecha y en lugar de presentar
los puntos de nuestra fe que son cuestionables para los incrédulos,
digámosles como Felipe le dijo a Natanael: “Ven y ve”.
No podemos unirnos para venerar el domingo
—Deseo que
nos unamos con las obreras de la Unión de Mujeres Cristianas,
pero no podemos unirnos a ellas en la obra de exaltar un falso día de
reposo. No podemos obrar en asuntos que signifiquen la transgresión
de la ley de Dios, sino que debemos decirles: “Venid a la plataforma
correcta”.—
Manuscrito 93, 1908
.
[200]
Nunca rechacéis invitaciones para hablar
—Se me ha formu-
lado la pregunta: Cuando la Unión de Mujeres Cristianas nos pide
que hablemos en sus reuniones, ¿debemos aceptar la invitación?
En respuesta, contesto: Cuando se os pide que habléis en tales
reuniones, nunca rechacéis. Esta es la norma que yo siempre he
seguido. Cuando se me pidió que hablara sobre temperancia, nunca
vacilé. Entre quienes están trabajando por la divulgación de la tem-
perancia el Señor tiene muchas almas a las que se les ha de presentar
la verdad para este tiempo. Hemos de llevar el mensaje a la Unión
de Mujeres Cristianas.
El único propósito de Cristo cuando estuvo en esta tierra fue
reflejar la luz de su justicia a los que se hallaban en tinieblas. Las
obreras de la Unión de Mujeres Cristianas no poseen la verdad
completa en todos sus puntos, pero están haciendo una buena obra.—
Manuscrito 31, 1911
.
Libres para actuar de acuerdo con ellas
—Estoy profunda-
mente interesada en la Unión de Mujeres Cristianas. Es del agrado
del Señor que os sintáis libres de actuar en concierto con ellas. ... No
temo que habréis de perder vuestro interés o apostatar de la verdad
porque os intereséis en esta gente que ha asumido una actitud tan
noble en el asunto de la temperancia, y yo he de instar a nuestro
pueblo y a los que no son de nuestra fe a que nos ayuden a llevar
adelante la obra de la temperancia cristiana. ...
En nuestras labores conjuntas, mi esposo y yo siempre sentimos
que era nuestro deber dejar sentado en todo lugar donde realizábamos
reuniones que estábamos en completa armonía con los obreros de la
causa de la temperancia. Siempre expusimos claramente este asunto