Página 242 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
ante la gente. Nos llegaban invitaciones de diferentes lugares para
hablar sobre el tema de la temperancia, y siempre las acepté si me
resultaba posible atenderlas. Esa ha sido mi experiencia no sólo en
este país, sino también en Europa, Australia y otros lugares donde
he trabajado.
No perdáis una sola oportunidad de uniros con la obra de
temperancia
—Lamento que no haya habido un interés más vivo
entre nuestro pueblo de los últimos años para magnificar esta rama de
la obra del Señor. No podemos permitirnos perder una oportunidad
de unirnos con la obra de temperancia en cualquier lugar. Aunque
la causa de la temperancia en los países extranjeros no siempre
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avanza tan rápidamente como desearíamos, no obstante en algunos
lugares los esfuerzos de los que están empeñados en ella se han visto
correspondidos con un éxito señalado. En Europa encontramos a
la gente firme en este punto. En cierta ocasión en que acepté una
invitación para hablar a un gran auditorio sobre temperancia, la
gente me hizo el honor de colgar la bandera norteamericana sobre el
púlpito. Escucharon mis palabras con la más profunda atención y al
finalizar la charla me tributaron un sincero agradecimiento. En toda
mi obra sobre este asunto, nunca recibí una palabra irrespetuosa.—
Carta 278, 1907
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