Página 245 - La Temperancia (1976)

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La situación actual
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titudes mentales? Si alguno le ofreciera dinero para que enajenara
su intelecto, rechazaría disgustado la necia propuesta. Sin embargo
son miles los que se desprenden de la salud del cuerpo, del vigor
del intelecto y la elevación del alma por causa de la complacencia
del apetito. En lugar de ganar sólo experimentan pérdida. No se
dan cuenta de esto porque tienen su sensibilidad entorpecida. Han
malbaratado las facultades que recibieron de Dios. ¿Y a cambio de
qué? He aquí la respuesta: Sensualidad rastrera y vicios degradantes.
Se da rienda suelta a la complacencia del gusto a costa de la salud y
del intelecto.—
The Review and Herald, 4 de marzo de 1875
.
El insidioso cambio gradual
—El uso de licor embriagante des-
trona la razón y endurece el corazón contra toda influencia pura y
santa. La roca inanimada oirá antes los llamados de la verdad y la
justicia que el hombre cuya sensibilidad está paralizada por la intem-
perancia. Los sentimientos más delicados del corazón no se embotan
en seguida. El cambio se opera gradualmente. Los que se aventuran
a internarse en la senda prohibida se desmoralizan y corrompen
gradualmente. Y aunque en las ciudades abundan los locales donde
se expende licor, lo que hace más fácil la complacencia, y aunque
los jóvenes están rodeados por incitaciones que tientan el apetito,
el mal no siempre comienza con el uso de bebidas embriagantes.
El té, el café y el tabaco son estimulantes artificiales y su consumo
provoca la demanda de estímulos más fuertes, que se encuentran
en las bebidas alcohólicas. Y mientras los cristianos duermen, el
gigantesco mal de la intemperancia gana en fuerza y hace nuevas
víctimas.—
The Signs of the Times, 6 de diciembre de 1910
.
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Tentaciones por doquiera
—En salones particulares y en puntos
concurridos por la sociedad elegante, se sirve a las señoras bebidas de
moda, con nombres agradables, pero que son realmente intoxicantes.
Para los enfermos y los exhaustos, hay licores amargos, que reciben
mucha publicidad y que consisten mayormente en alcohol.
Para despertar la sed de bebidas en los chiquillos, se introduce
alcohol en los confites. Estos dulces se venden en las tiendas. Y
mediante el regalo de estos bombones el tabernero halaga a los niños
y los atrae a su negocio.
Día tras día, mes tras mes, año tras año, la perniciosa obra sigue
adelante. Padres, maridos y hermanos, apoyo, esperanza y orgullo
de la nación, entran constantemente en los antros del tabernero, para