Página 248 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
Dinero manchado con la sangre de las almas
—El mundo y
la iglesia pueden unirse en rendir alabanzas al hombre que instigó
al apetito, y obedeció al deseo vehemente del apetito que él ayudó
a crear; pueden contemplar con una sonrisa a quien contribuyó a
envilecer al hombre que fue formado a la imagen de Dios, hasta
que esa imagen queda prácticamente borrada; pero Dios lo mira
con desaprobación y escribe su condenación en el libro mayor de la
muerte. ...
Ese mismo hombre tal vez haga cuantiosas donaciones a la igle-
sia, pero, ¿aceptará Dios el dinero arrancado a la familia del ebrio?
Está manchado con sangre de almas y tiene encima la maldición
de Dios. El Señor dice: “Porque yo Jehová soy amante del derecho,
aborrecedor del latrocinio para holocausto”. La iglesia puede elo-
giar la generosidad de quien da tales ofrendas, pero si los ojos de
los miembros de la iglesia fuesen ungidos con el colirio celestial,
no llamarían bien al mal ni justicia a la iniquidad. Dice el Señor:
“¿Para qué me sirve ... la multitud de vuestros sacrificios? ... ¿Quién
demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante
de mí para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el
incienso me es abominación”. “Habéis hecho cansar a Jehová con
vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado? En que decís:
Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se complace;
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o si no, ¿dónde está el Dios de justicia?”—
The Review and Herald,
15 de mayo de 1894
.
Condiciones que exigen los juicios de Dios
—Debido a la gran
maldad resultante del uso de bebidas alcohólicas, los juicios de
Dios están cayendo ahora sobre la tierra. ¿No tenemos la solemne
responsabilidad de realizar decididos esfuerzos en contra de este
gran mal?—
Counsels on Health, 432
.
La debida reforma
—Es necesario que haya una gran reforma
en el asunto de la temperancia. El mundo está lleno de toda clase
de complacencia propia. A causa de la influencia entorpecedora
de los estimulantes y narcóticos la mente de muchos es incapaz de
discernir entre lo sagrado y lo común.—
Counsels on Health, 432
.
Dios pide que se ayude al ebrio
—Vuestro vecino puede estar
cediendo a la tentación de destruirse por consumir bebidas alcohóli-
cas y usar tabaco. Puede estar quemando sus órganos vitales con los
ardientes estimulantes. Va por el camino de la ruina propia, de su