La situación actual
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Aun las iglesias cristianas están paralizadas
—Los traficantes
de bebidas constituyen una potencia mundial. Tienen de su parte
la fuerza combinada del dinero, de los hábitos y de los apetitos. Su
poder se deja sentir aun en la iglesia. Hay hombres que deben su
fortuna directa o indirectamente al tráfico de las bebidas, son miem-
bros de la iglesia, y reconocidos como tales. Muchos de ellos hacen
donativos liberales para obras de beneficencia. Sus contribuciones
ayudan a sostener las instituciones de la iglesia y a sus ministros. Se
aquistan el respeto que se suele conceder a los ricos. Las iglesias
que aceptan a semejantes hombres como miembros sostienen en
realidad el tráfico de las bebidas alcohólicas. Con demasiada fre-
cuencia el pastor no tiene valor para defender la verdad. No declara
a su congregación lo que Dios dijo respecto a la obra del expende-
dor de bebidas. Decir la verdad con franqueza sería ofender a su
congregación, comprometer su popularidad y perder su sueldo.—
El
Ministerio de Curación, 261, 262
.
Los ministros han arriado la bandera
—El Señor tiene una
controversia con los habitantes de la tierra que viven en este tiempo
de peligro y corrupción. Los ministros del Evangelio se han aparta-
do del Señor y los que profesan el nombre de Cristo son culpables
de no mantener en alto la bandera de la verdad. Los ministros te-
men manifestarse como prohibicionistas declarados, y se quedan
tranquilos en lo que atañe a la maldición de la bebida, no sea que
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les rebajen el sueldo o la congregación se ofenda. Si presentaran
la verdad de la Biblia con poder y claridad, mostrando la línea de
separación entre lo sagrado y lo común, temerían la pérdida de su
popularidad personal, porque un gran número de los que figuran
como miembros de iglesia perciben ingresos, directos o indirectos,
del tráfico de bebidas.
Esa gente no ignora el pecado que está cometiendo. Nadie ne-
cesita que se le informe que el tráfico de bebidas ocasiona a sus
víctimas miseria, vergüenza, degradación y muerte, con la ruina eter-
na de sus almas. Los que perciben ingresos directos o indirectos de
ese comercio, guardan dinero que proviene de la pérdida de almas
humanas.
Las iglesias que mantienen como miembros a los que están
relacionados con la venta de bebidas, se hacen responsables de las
operaciones que se efectúan en el tráfico de bebidas. ....