Página 252 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
temerosa de Dios. Los jóvenes de nuestras ciudades debieran en
este tiempo unirse como un ejército, resueltos a oponerse firme y
decididamente a toda forma de complacencia egoísta y destructora de
la salud. ¡Qué fuerza representarían para el bien! ¡Cuántos podrían
salvar de la degradación en los locales y jardines donde hay música
y otros atractivos que seducen a la juventud! ...
Los hombres y mujeres jóvenes que dicen creer en la verdad
para este tiempo pueden agradar a Jesús sólo si se unen en un
esfuerzo para hacer frente a los males que, con influencia seductora,
se han introducido en la sociedad. Debieran hacer todo lo posible
por detener la marea de intemperancia que se expande con poder
desmoralizador por sobre la tierra. Sabiendo que la intemperancia
tiene sus partidarios declarados y confesos, tomen los que honran
a Dios una firme posición contra esta marea de mal que arrastra
rápidamente a la perdición tanto a hombres como a mujeres.—
The
Youth’s Instructor, 16 de julio de 1903
.
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Llamados a la guerra santa contra el apetito y la concupis-
cencia
—¿Están nuestros jóvenes preparados para alzar sus voces
por la causa de la temperancia y mostrar a la cristiandad que la
sostienen? ¿Se entregarán a la guerra santa contra el apetito y la
concupiscencia? Nuestra civilización artificial fomenta males que
destruyen los principios sólidos. Y el Señor está a las puertas. ¿Dón-
de están los hombres que saldrán a la obra, confiando plenamente en
Dios, listos para trabajar y hacer frente? Dios invita: “Hijo, ve hoy a
trabajar en mi viña”.—
Manuscrito 134, 1898
.
Sigamos la instrucción de Dios
—Debemos comenzar a trabajar
en el asunto de la temperancia. Hemos de encararlo en la forma en
que el Señor a menudo me lo ha presentado que debiera hacerse.—
Carta 334, 1905
.
Llamados a unirnos en nuestras sociedades de temperan-
cia
—Se han formado sociedades y clubes de temperancia entre
aquellos que no hacen profesión de la verdad, mientras que nuestro
pueblo, aunque muy adelantado a toda otra denominación del país
en principios y práctica de temperancia, ha sido lento en organizar-
se en sociedades de temperancia y ha fracasado así en ejercer una
influencia que de otro modo podría haber hecho sentir.—
Carta 1,
1882
.