Página 47 - La Temperancia (1976)

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Un problema de salud pública
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No ha prestado oído a la advertencia: “A ninguna viuda ni huér-
fano afligiréis. Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí,
ciertamente oiré yo su clamor; y mi furor se encenderá, y os mata-
ré a espada, y vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros
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hijos”.—
The Review and Herald, 15 de mayo de 1894
.
No habrá excusa para el traficante de bebidas en aquel día cuando
cada hombre recibirá de acuerdo con sus obras. Los que hayan
destruido la vida tendrán que pagar la penalidad con la suya. La ley
de Dios es santa, justa y buena”.—
Carta 90, 1908
.
No fomentemos el deseo de estimulantes
—Recuerde cada al-
ma que tiene la sagrada obligación ante Dios de hacer lo mejor por
sus semejantes. ¡Cuán cuidadoso debería ser cada uno de no crear
el deseo de estimulantes. Al aconsejar a amigos y vecinos a tomar
licores para su salud, están en peligro de convertirse en agentes de
la destrucción de sus amigos. Han llamado mi atención muchos
incidentes en los cuales por un simple consejo hombres y mujeres
se han convertido en esclavos del hábito de la bebida.
Los médicos son responsables de convertir a muchos en bo-
rrachos. Sabiendo lo que hará la bebida para quienes la aman, se
han tomado la responsabilidad de prescribirla para sus pacientes.
Si razonaran de causa a efecto, sabrían que los estimulantes habrán
de producir el mismo efecto en el órgano del cuerpo que el que
producen en el hombre entero. ¿Qué excusa podrán presentar los
médicos por la influencia que han ejercido en convertir en bebedores
a padres y madres?—
The Review and Herald, 29 de mayo de 1894
.
Advertidos para librarse de las consecuencias
—Teniendo a
la vista los terribles resultados de la complacencia en las bebidas em-
briagantes, ¿cómo es posible que haya hombre o mujer que pretende
creer en la Palabra de Dios que se aventure a tocar, probar o manejar
vino o licores? Una práctica tal está ciertamente en desacuerdo con
la fe que profesan. ...
El Señor ha dado indicaciones especiales en su Palabra acerca
del uso del vino y los licores. Ha prohibido su uso, y ha recalcado su
prohibición con fuertes advertencias y amenazas. Pero su amones-
tación contra el uso de bebidas embriagantes no es el resultado del
ejercicio de una autoridad arbitraria. Ha amonestado a los hombres
para que se libren del mal que resulta de la complacencia en el vino
y los licores. ...