Página 49 - La Temperancia (1976)

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Capítulo 6—El alcohol y las personas de
responsabilidad
Lecciones del caso de Nadab y Abiú
—Nadab y Abiú, los hijos
de Aarón que ministraban en el sagrado oficio del sacerdocio, se
sirvieron vino en abundancia, y, como acostumbraban, fueron a
ministrar delante de Jehová. Los sacerdotes que quemaban incienso
delante de Jehová tenían que usar el fuego del altar de Dios que ardía
día y noche, y nunca se apagaba. Dios dio indicaciones explícitas
acerca de la forma en que debía realizarse cada parte de su servicio
para que todo lo que estuviera relacionado con su culto sagrado
estuviese de acuerdo con su santo carácter. Toda desviación de las
indicaciones expresas de Dios en relación con su sagrado servicio
era pasible de muerte. Dios no aceptaría ningún sacrificio que no
estuviese sazonado con la sal del fuego divino, que representaba la
comunicación entre Dios y el hombre accesible solamente mediante
Jesucristo. El fuego sagrado que debía ser puesto en el incensario era
mantenido perpetuamente encendido, y mientras los hijos de Dios
estaban afuera, orando fervientemente, el incienso alumbrado por
el fuego sagrado había de subir delante de Dios mezclado con sus
oraciones. Este incienso era un emblema de la mediación de Cristo.
Los hijos de Aarón tomaron fuego común, que Dios no acepta-
ba, y ofrecieron un insulto al Dios infinito presentando este fuego
extraño delante de él. Dios los consumió con fuego por su desprecio
deliberado de sus expresas indicaciones. Todas sus obras eran como
la ofrenda de Caín. No se representaba en ellas al divino Salvador.
Si esos hijos de Aarón hubiesen tenido el dominio completo de sus
facultades pensantes, habrían discernido la diferencia entre el fuego
común y el sagrado. La complacencia del apetito rebajó sus faculta-
des y oscureció de tal forma su intelecto que se extinguió su facultad
de discernimiento. Comprendían plenamente el carácter sagrado del
servicio simbólico y la terrible solemnidad y responsabilidad que
pesaba sobre ellos al presentarse delante de Dios para ministrar en
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el servicio sagrado.
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