Página 66 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
suyos por creación y por redención. No son dueños de sí mismos,
porque han sido comprados por precio. Enseñadles que el cuerpo es
el templo de Dios y que no debe ser debilitado y enfermado por la
complacencia del apetito.
El Señor no creó la enfermedad y debilidad que hoy se ven en
los cuerpos y en las mentes de la raza humana. El enemigo ha hecho
esto. El desea debilitar el cuerpo, sabiendo que es el único medio
por el cual pueden desarrollarse la mente y el alma para edificar un
carácter simétrico. Los hábitos que son contrarios a las leyes de la
naturaleza batallan constantemente contra el alma.
Dios os llama a hacer una obra que mediante su gracia podéis
hacer. ¿Cuántos cuerpos sanos hay que puedan ser presentados a
Dios como un sacrificio que él aceptará en su servicio? ¿Cuántos
pueden presentarse con la virilidad o femineidad que Dios les ha
dado? ¿Cuántos pueden hacer gala de una pureza de gustos, apetitos
y hábitos que pueda compararse con la de Daniel? ¿Cuántos tienen
nervios calmos, mente clara y juicio sano?—
The Signs of the Times,
4 de abril de 1900
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