Página 65 - La Temperancia (1976)

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La influencia contaminadora y desmoralizadora del tabaco
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de la ley física y moral. El camino de la obediencia es el único que
lleva al cielo. Los esclavos del alcohol y del tabaco darían, a veces,
cualquier cantidad de dinero, si al hacerlo pudiesen vencer su apetito
por esas complacencias que destruyen cuerpo y alma. Los que no
quieran someter al dominio de la razón los apetitos y las pasiones,
los complacerán a expensas [del cumplimiento de] obligaciones
físicas y morales.—
The Review and Herald, 18 de marzo de 1875
.
El poder esclavizador del tabaco
—Al atar sobre los hombres
el terrible hábito del tabaco, Satanás se propone paralizar el cerebro
y confundir el juicio, de manera que no se disciernan las cosas
sagradas. Una vez formado el apetito por esta sustancia nociva, se
apodera firmemente de la mente y de la voluntad del hombre, el
cual está en cautiverio bajo su poder. Satanás tiene el dominio de
la voluntad, y las realidades eternas son eclipsadas. El hombre no
puede erguirse en la virilidad que Dios le ha dado; es un esclavo del
apetito pervertido.—
Carta 8, 1893
.
Los que aseguran que el tabaco no les perjudica pueden conven-
cerse de su error absteniéndose del mismo durante unos pocos días:
los nervios agitados, la cabeza aturdida, la irritabilidad que sienten
les probarán que esta complacencia pecaminosa los ha reducido a la
servidumbre. Ha vencido el poder de la voluntad. Son esclavos de
un vicio terrible en sus resultados.—
The Signs of the Times, 27 de
octubre de 1887
.
El testimonio de los que vencieron
—Al dirigir en cierta opor-
tunidad la palabra, pedimos que se levantaran aquellos que habían
sido adictos al uso del tabaco, pero que habían dejado de serlo por
causa de la luz que habían recibido mediante la verdad. En respuesta
se levantaron entre treinta y cinco y cuarenta personas, diez o doce
de las cuales eran mujeres. Luego invitamos a que se levantaran
aquellos a quienes los médicos les habían dicho que sería fatal para
ellos dejar el uso del tabaco, porque se habían acostumbrado tanto
a su estímulo artificial que no podrían vivir sin él. En respuesta se
levantaron ocho personas, cuyos rostros indicaban sanidad mental y
física.—
The Review and Herald, 23 de agosto de 1877
.
Una advertencia contra la presunción
—Padres, amonestad a
vuestros hijos contra el pecado de presunción. Enseñadles que es
presunción alimentar el apetito por el tabaco, el alcohol o cualquier
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cosa dañina. Enseñadles que sus cuerpos son propiedad de Dios. Son