Página 72 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.—
El Ministerio de
Curación, 253
.
Apetito versus afecto natural y exigencias de Dios
—Los es-
clavos del tabaco verán a sus familias sufrir por falta de comodidades
de vida y del alimento necesario, pero no tendrán la fuerza de volun-
tad para renunciar a su tabaco. Los clamores del apetito prevalecen
sobre el afecto natural. Los domina el apetito, que tienen en común
con las bestias. No progresaría la causa del cristianismo, ni aun de
la humanidad, si dependiera de quienes usan habitualmente tabaco y
licor. Si tuvieran medios para dedicar solamente en un sentido, la
tesorería del Señor no estaría bien abastecida, pero ellos dispondrían
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de su tabaco y licor. El que idolatra el tabaco no renunciará a su
apetito por la causa de Dios.—
The Review and Herald, 8 de agosto
de 1874
.
Tomando la delantera en abnegación, sacrificio propio y
temperancia
—El hombre que ha llegado a ser la propiedad de
Jesucristo, y cuyo cuerpo es el templo del Espíritu Santo, no se-
rá esclavizado por el hábito pernicioso del empleo del tabaco. Sus
facultades pertenecen a Cristo, que lo ha comprado con el precio de
su sangre. Su propiedad es del Señor. ¿Cómo, pues, puede quedar sin
culpa al gastar todos los días el capital que el Señor le ha confiado
para gratificar un apetito que no tiene fundamento en la naturaleza?
Una enorme suma se malgasta todos los años en esta compla-
cencia, mientras que hay almas que perecen por falta de la palabra
de vida. Los profesos cristianos roban a Dios en los diezmos y las
ofrendas, mientras ofrecen sobre el altar del vicio destructor en el uso
del tabaco, más de lo que dan para aliviar a los pobres o para suplir
las necesidades de la causa de Dios. Los que están verdaderamente
santificados, vencerán todo deseo pernicioso. Entonces, todos estos
canales de gastos innecesarios fluirán a la tesorería del Señor, y los
cristianos serán los primeros en la abnegación, el sacrificio propio y
la temperancia. Entonces serán la luz del mundo.—
La Edificación
del Carácter y la Formación de la Personalidad, 39, 40
.