Página 81 - La Temperancia (1976)

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Abstinencia de los deseos carnales
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puedan trabajar como máquinas bien reguladas, y cada parte actúe
en armonía, sin que ninguna esté sobrecargada.—
Carta 100, 1898
.
Cuando los que tienen el hábito de usar té, café, tabaco, opio,
o licores alcohólicos, son privados de esta complacencia habitual,
encuentran que es imposible participar con interés y con celo en el
culto de Dios. La gracia de Dios parece carente de poder para avivar
o espiritualizar sus oraciones o sus testimonios. Estos cristianos
profesos deben considerar la fuente de su gozo. ¿Es de arriba o de
abajo?—
La Edificación del Carácter y la Formación de la Personali-
dad, 41
.
La edad avanzada de algunos no es argumento
—Los que
consumen té, café, opio y alcohol pueden, a veces, alcanzar edad
avanzada, pero este hecho no es argumento en favor del uso de esos
estimulantes. Sólo el gran día de Dios revelará lo que esas personas
podrían haber realizado, pero no lo hicieron, debido a sus hábitos de
intemperancia.—
Christian Temperance and Bible Hygiene, 35
.
No todos son tentados por igual
—Algunos miran con horror a
hombres que han sido vencidos por el licor y andan haciendo eses
y tambaleándose por la calle, cuando al mismo tiempo ellos están
complaciendo su apetito por cosas que difieren en su naturaleza de
la bebida alcohólica, pero que perjudican la salud, afectan el cerebro
y destruyen su sentido elevado de las cosas espirituales. El que bebe
licores tiene apetito por la bebida fuerte, y lo satisface, mientras que
otro no tiene apetito por las bebidas embriagantes, pero desea alguna
otra complacencia perjudicial, y no práctica la abnegación más de lo
que lo hace el borracho.—
Spiritual Gifts 4:125
.
La falsificación satánica del árbol de la vida
—Del comienzo
al fin, el crimen del uso del tabaco y de la medicación con opio
y drogas tiene su origen en el conocimiento pervertido. Miles y
decenas de miles de vidas se pierden por el acto de tomar y comer
el fruto venenoso, mediante las complicaciones de nombres que el
común del pueblo no comprende. Dios no dispuso que el hombre
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tuviese este gran conocimiento que los hombres dicen ser tan mara-
villoso. Están usando los productos venenosos que Satanás mismo
ha plantado para que tomen el lugar del árbol de la vida, cuyas hojas
son para la sanidad de las naciones. Los hombres trafican con licores
y drogas que están destruyendo a la familia humana.—
Manuscrito
119, 1898
.