Página 96 - La Temperancia (1976)

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Capítulo 1—Importancia de los hábitos de estricta
temperancia
Ejemplos del Antiguo y el Nuevo Testamentos
—Cuando el
Señor suscitó a Sansón como libertador de su pueblo, ordenó que su
madre siguiera hábitos correctos de vida antes del nacimiento del
niño. La misma prohibición había de ser impuesta al niño desde el
principio, porque debía ser consagrado a Dios como nazareo desde
su nacimiento.
El ángel de Dios apareció a la mujer de Manoa y le informó que
tendría un hijo, y en vista de esto, le dio importantes instrucciones:
“Ahora, pues, no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda”.
Jueces
13:4
.
Dios tenía asignada una importante obra para el hijo prometido
de Manoa, y para asegurarle las cualidades necesarias para realizar
esa obra, los hábitos de la madre tanto como del niño tenían que
ser cuidadosamente regulados. “No beberá vino ni sidra”, fue la
instrucción del ángel para la mujer de Manoa, “y no comerá cosa
inmunda; guardará todo lo que le mandé”.
Jueces 13:14
. El niño
sería afectado para bien o para mal por los hábitos de la madre. Ella
misma debía gobernarse por principios y practicar la temperancia y
la abnegación, si había de procurar el bienestar de su niño.
En el Nuevo Testamento hallamos un ejemplo no menos impre-
sionante de la importancia de los hábitos de temperancia.
Juan el Bautista era un reformador. Se le había confiado una
gran obra en favor de la gente de sus días, y en preparación para esa
obra, sus hábitos fueron cuidadosamente regulados desde su mismo
nacimiento. El ángel Gabriel fue enviado del cielo para instruir a los
padres de Juan en los principios de la reforma pro salud. “No beberá
vino ni sidra”, dijo el mensajero celestial, “y será lleno del Espíritu
Santo”.
Lucas 1:15
.
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Juan se separó de sus amigos y de los lujos de la vida, para ir
a vivir solo en el desierto, alimentándose de una dieta puramente
vegetal. La sencillez de su vestimenta—un manto tejido con pelo de
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