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La Única Esperanza
“Y comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas,
les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”.
Lucas
24:25-27
.
Los discípulos estaban mudos de admiración y placer. No se
animaban a preguntar al extranjero quién era. Lo escuchaban ávida-
mente mientras les explicaba la misión de Cristo.
[149]
Si el Salvador se hubiera dado a conocer de inmediato a estos
discípulos, ellos habrían estado tan felices que no hubieran querido
nada más. Pero era necesario que entendieran cómo su misión había
sido predicha por todos los símbolos y las profecías del Antiguo
Testamento. Sobre estas cosas debían fundar su fe. Cristo no realizó
ningún milagro para convencerlos, sino que su primera obra consistió
en explicar las Escrituras. Habían considerado su muerte como la
destrucción de todas sus esperanzas. Ahora él les demostró por los
profetas que ésta era la más poderosa evidencia para su fe.
Al enseñar a sus discípulos, Cristo mostró la importancia del
Antiguo Testamento como un testigo de su misión. Actualmente hay
muchos que rechazan el Antiguo Testamento, diciendo que ya no
es necesario. Pero ésta no es la enseñanza de Cristo. Tan valioso lo
consideraba, que en una ocasión dijo: “Si no oyen a Moisés y a los
Profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los
muertos”.
Lucas 16:31
.
Mientras el sol se ponía, los discípulos llegaban a su hogar. Jesús
“hizo como que iba más lejos”, pero ellos no querían separarse de
aquel que les había traído tanto gozo y esperanza.
De manera que le dijeron: “Quédate con nosotros, porque se
hace tarde y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con
ellos”.
Lucas 24:28, 29
.
La sencilla cena pronto estuvo lista, y Cristo ocupó su lugar a la
cabecera de la mesa, como era su costumbre.
Por lo general era el deber del dueño de casa pedir la bendición
sobre los alimentos; pero Cristo colocó sus manos sobre el pan y lo
bendijo. En ese momento los ojos de los discípulos fueron abiertos
y reconocieron a Jesús.
[150]
El acto de bendecir los alimentos, la expresión de la voz, ahora
familiar, las huellas de los clavos en sus manos, todo proclamaba
que era su amado Maestro.