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La Única Esperanza
El 13 de noviembre de 1833 se realizó el más maravilloso des-
pliegue de estrellas fugaces que jamás contemplaron los hombres.
Nuevamente millones de personas creyeron que había llegado el día
del juicio.
Desde entonces se han multiplicado los terremotos, las tempes-
tades, los maremotos, las pestes, el hambre y las destrucciones por
fuego y por inundación. Todas estas cosas, “la angustia de gentes” y
“el temor” declaran que la venida del Señor se acerca.
Cristo dijo, refiriéndose a quienes habrían de presenciar estas
señales: “No pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.
Mateo
24:34, 35
.
“El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces los muertos en
Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que
hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las
nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”.
1
Tesalonicenses 4:16-18
.
Cristo volverá
Cristo volverá. Vendrá en las nubes con gran gloria y majestad.
Una multitud de brillantes ángeles lo acompañará. Vendrá para
resucitar a los muertos y para transformar de gloria en gloria a los
fieles que estén vivos.
Vendrá para honrar a quienes lo hayan amado y guardado sus
mandamientos, y los llevará consigo. No se ha olvidado de ellos ni
de su promesa.
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Volverán a establecerse los lazos familiares. Cuando pensamos
en nuestros muertos, podemos imaginar la mañana cuando la trom-
peta de Dios sonará, y “los muertos serán resucitados incorruptibles
y nosotros seremos transformados”.
1 Corintios 15:52
.
Ese día está cerca. Aún un poco más y veremos al Rey en su
belleza. Un poquito, y él enjugará todas las lágrimas de nuestros
ojos. Un poco de tiempo, y él nos presentará “delante de su gloria
con gran alegría”.
Judas 24
.