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Capítulo 33—El hogar de la dicha eterna
En ocasión de la venida de Cristo será tiempo de destrucción
sólo para quienes no lo aceptaron. Simultáneamente será un día de
redención no solo para el pueblo de Dios, sino también para toda la
tierra.
Dios creó el planeta para que fuera el hogar del hombre. Adán
vivió aquí en un jardín de delicias que el mismo Creador había
embellecido. Aunque el pecado echó a perder la obra de Dios, la
raza humana no ha sido abandonada por su Creador; ni el propósito
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divino para la tierra fue puesto a un lado.
Este planeta ha sido visitado por los ángeles con el mensaje
de redención, y en las colinas y valles han resonado sus cantos de
regocijo. Los pies del Hijo de Dios recorrieron el suelo de este
mundo. Durante más de seis mil años, en sus formas de belleza y
sus dones para el sostén de la vida, la tierra ha dado testimonio del
amor del Creador.
La misma tierra, libre de la maldición del pecado, ha de ser el
hogar eterno del hombre. La Biblia dice que Dios “no la creó en
vano, sino para que fuera habitada la creó”.
Isaías 45:18
.
Y “todo lo que Dios hace, es perpetuo”.
Eclesiastés 3:14
.
Así, en el Sermón del Monte el Salvador declaró: “Bienaventura-
dos los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”.
Mateo
5:5
.
El salmista, siglos antes había escrito: “Pero los mansos hereda-
rán la tierra y se recrearán con abundancia la paz”.
Salmos 37:11
.
Esto concuerda con otros testimonios de las Escrituras: “Cierta-
mente el justo recibe su paga en la tierra”. Ellos “heredarán la tierra
y vivirán para siempre en ella”.
Proverbios 11:31
;
Salmos 37:29
.
Cielos nuevos y tierra nueva
Es cierto que el fuego del día final ha de destruir “los cielos y
la tierra que existen ahora”; pero según su promesa surgirán “cielos
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