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La Única Esperanza
El sermón de la montaña
“Bienaventurados los pobres en espíritu”, dijo Cristo.
Mateo
5:3
. Los pobres en espíritu son aquellos que reconocen su propia
necesidad y pecaminosidad. Saben que por sí mismos no pueden
hacer ninguna cosa buena. Desean la ayuda de Dios, y él les concede
esa bendición.
[56]
“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad
y cuyo nombre es el Santo: ‘Yo habito en la altura y la santidad,
pero habito también con el quebrantado y humilde de espíritu, para
reavivar el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de
los quebrantados’”.
Isaías 57:15
.
“Bienaventurados los que lloran”.
Mateo 5:4
. Esto no se refiere
a los que se quejan y murmuran, los que andan con rostro agrio y
deprimido. Se refiere a aquellos que están realmente doloridos por
sus pecados, y que piden perdón al Señor.
A todos éstos los perdonará generosamente. El Señor dice: “Y
su lloro tornaré en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor”.
Jeremías 31:13
.
“Bienaventurados los mansos”.
Mateo 5:5
. Cristo dice: “Apren-
ded de mí, que soy manso y humilde de corazón”.
Mateo 11:29
.
Cuando fue tratado injustamente, devolvió bien por mal y nos dio
un ejemplo que debemos imitar.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia”.
Ma-
teo 5:6
. La justicia es hacer lo bueno, es obedecer la ley de Dios,
porque en esa ley se establecen los principios de la justicia. La Biblia
dice: “Todos tus mandamientos son justicia”.
Salmos 119:172
.
Esa ley es la que Cristo, con su ejemplo, enseñó a obedecer.
La justicia de la ley se ve en su vida. Tenemos hambre y sed de
justicia cuando queremos que todos nuestros pensamientos, nuestras
palabras y acciones sean iguales a las de Cristo.
Y podemos ser como Cristo si realmente lo deseamos. Podemos
tener nuestra vida semejante a la suya, nuestras acciones en armo-
nía con la ley de Dios. El Espíritu Santo pondrá el amor de Dios
[57]
en nuestros corazones y hará que nos sintamos felices al hacer su
voluntad.
Dios está más dispuesto a darnos su Espíritu Santo de lo que los
padres lo están a dar buenas dádivas a sus hijos. Su promesa es la