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La Única Esperanza
sus discípulos, para que su fe no flaqueara en la hora de la prueba.
Sin embargo, ellos no pudieron permanecer despiertos con él ni
siquiera una hora.
Si en este momento Jesús les hubiera preguntado a Santiago y a
Juan: “¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el
bautismo que yo soy bautizado?”, ellos no hubiesen contestado tan
rápidamente como lo hicieron antes: “Podemos”.
Marcos 10:38, 39
.
El corazón del Salvador estaba lleno de piedad y simpatía ante
la debilidad de sus discípulos. Temía que no pudieran soportar la
prueba que su sufrimiento y muerte les traería.
Sin embargo, no les reprochó duramente por su debilidad. Pensó
en las pruebas que los esperaban y les dijo: “Velad y orad, para que
no entréis en tentación”.
Aunque le habían fallado, los disculpó bondadosamente, aña-
diendo: “El espíritu a la verdad está presto, pero la carne es débil”.
Mateo 26:41
. ¡Qué hermoso ejemplo de tierna y amante piedad nos
dio el Salvador!
“¡Hágase tu voluntad!”
Por segunda vez el Hijo de Dios se sintió dominado por una
agonía sobrehumana. Exhausto y desfalleciente, se retiró con paso
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vacilante y oró como lo había hecho al principio:
“Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo lo beba,
hágase tu voluntad”.
Mateo 26:42
.
La agonía de esta oración extrajo gotas de sangre de sus poros.
De nuevo buscó a los discípulos para encontrar simpatía, y otra vez
los halló dormidos. Su presencia los despertó. Miraron su rostro con
temor, porque estaba manchado de sangre, pero no podían entender
la angustia mental que se reflejaba en su semblante.
Por tercera vez volvió a su lugar de oración y se sintió como ven-
cido por el horror de una gran oscuridad. Había perdido la presencia
de su Padre y temía que sin ella su naturaleza humana no pudiese
resistir la terrible prueba.
Por tercera vez hizo la misma súplica. Los ángeles estaban an-
siosos por aliviarlo, pero no podía ser así. Era preciso que el Hijo
de Dios bebiera aquella copa, o el mundo quedaría perdido para
siempre. Cristo vio la condición indefensa del hombre. El vio el