Página 150 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

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Capítulo 16—Los ángeles durante la pasión y
muerte de Cristo
Jesús y sus discípulos en Getsemaní
En compañía de sus discípulos, el Salvador se encaminó lenta-
mente hacia el huerto de Getsemaní. La luna de Pascua, ancha y
llena, resplandecía desde un cielo sin nubes... Al acercarse al huerto,
los discípulos notaron el cambio de ánimo en su Maestro. Nunca
antes le habían visto tan completamente triste y callado. Mientras
avanzaba, esta extraña tristeza se iba ahondando...
Cerca de la entrada del huerto, Jesús dejó a todos sus discí-
pulos, menos tres, rogándoles que orasen por sí mismos y por él.
Acompañado de Pedro, Santiago y Juan, entró en los lugares más
retirados...
“Quedaos aquí—dijo—, y velad conmigo”.
Fue a corta distancia de ellos—no tan lejos que no pudiesen verle
y oírle—y cayó postrado al suelo. Sentía que el pecado le estaba
separando de su Padre. La sima era tan ancha, negra y profunda que
su espíritu se estremecía ante ella...
Sintiendo quebrantada su unidad con el Padre, temía que su
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naturaleza humana no pudiese soportar el venidero conflicto con
las potestades de las tinieblas. En el desierto de la tentación, había
estado en juego el destino de la raza humana. Cristo había vencido
entonces. Ahora el tentador había acudido a la última y terrible lucha,
para la cual se había estado preparando durante los tres años del
ministerio de Cristo. Para él, todo estaba en juego. Si fracasaba aquí,
perdía su esperanza de dominio; los reinos del mundo llegarían a ser
finalmente de Cristo; él mismo sería derribado y desechado. Pero
si podía vencer a Cristo, la tierra llegaría a ser el reino de Satanás,
y la familia humana estaría para siempre en su poder. Frente a las
consecuencias posibles del conflicto, embargaba el alma de Cristo el
temor de quedar separada de Dios. Satanás le decía que si se hacía
garante de un mundo pecaminoso, la separación sería eterna...
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