Página 153 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

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Los ángeles durante la pasión y muerte de Cristo
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Fue difícil para los ángeles soportar la escena. Hubieran querido
libertar a Jesús... pero los ángeles en comando no se lo permitían...
Jesús sabía que los ángeles estaban presenciando su humillación...
Sabía que el más débil de los ángeles podía dejar sin fuerzas a la
turba, y liberarlo.—
Spiritual Gifts 1:50-51
.
El ángel que acababa de servir a Jesús, se puso entre él y la turba.
Una luz divina iluminó el rostro del Salvador, y le hizo sombra una
figura como de paloma. En presencia de esta gloria divina, la turba
homicida no pudo resistir un momento. Retrocedió tambaleándose.
Sacerdotes, ancianos, soldados, y aun Judas, cayeron como muertos
al suelo... Pero la escena cambió rápidamente.—
El Deseado de
Todas las Gentes, 644
.
El ángel se retiró, dejando a Jesús en pie, calmo y con dominio
de sí; los brillantes rayos de la luna iluminaban su pálido rostro,
mientras sus perseguidores yacían a su alrededor, postrados y sin
fuerzas, y los discípulos estaban demasiado asombrados para emitir
una palabra. Cuando el ángel se retiró, los endurecidos soldados
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romanos se pusieron sobre sus pies, y junto a los sacerdotes y Judas,
rodearon a Cristo. Los embargaba un sentimiento de vergüenza por
su debilidad, y temían que él escapase de sus manos.—
The Signs of
the Times, 21 de agosto de 1879
.
Los discípulos habían pensado que su Maestro no se dejaría
prender... Se quedaron chasqueados e indignados al ver sacar las
cuerdas para atar las manos de Aquel a quien amaban. En su ira, Pe-
dro sacó impulsivamente su espada y trató de defender a su Maestro,
pero no logró sino cortar una oreja del siervo del sumo sacerdote.
Cuando Jesús vio lo que había hecho, libró sus manos... y diciendo:
“Basta ya; dejad”, tocó la oreja herida, y ésta quedó inmediatamente
sana. Dijo luego a Pedro: “Vuelve tu espada a su lugar”... ¿Acaso
piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría
más de doce legiones de ángeles?”
Mateo 26:52-53
.—
El Deseado
de Todas las Gentes, 645
.
Cuando estas palabras fueron dichas, el rostro de los ángeles se
animó. Deseaban en ese preciso momento rodear a su Comandante
y dispersar la turba enfurecida. Pero otra vez la tristeza los embar-
gó cuando Jesús agregó: “¿Pero cómo entonces se cumplirían las
Escrituras, de que es necesario que así se haga?”
Mateo 26:54
. Los
corazones de los discípulos también se sumieron en desesperación