Capítulo 19—Los ángeles en la experiencia de Elena
G. de White
Su llamado al ministerio profético
Mientras estaba orando ante el altar de la familia, el Espíritu
Santo descendió sobre mí, y me pareció que me elevaba más y
más, muy por encima del tenebroso mundo. Miré hacia la tierra
para buscar al pueblo adventista, pero no lo hallé en parte alguna,
y entonces una voz me dijo: “Vuelve a mirar un poco más arriba”.
Alcé los ojos y vi un sendero recto y angosto trazado muy por
encima del mundo. El pueblo adventista andaba por ese sendero,
en dirección a la ciudad que se veía en su último extremo. En el
comienzo del sendero, detrás de los que ya andaban, había una
brillante luz que, según me dijo un ángel, era el “clamor de media
noche”. Esta luz brillaba a todo lo largo del sendero, y alumbraba
los pies de los caminantes para que no tropezaran. Delante de ellos
iba Jesús guiándolos hacia la ciudad, y si no apartaban los ojos de
él, iban seguros.—
Primeros Escritos, 14
.
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A la edad de diecisiete años... un visitante celestial vino y habló
conmigo, diciendo: “Tengo un mensaje para ti que debes comunicar”.
“¿Por qué a mí?—pensé—; debe de haber un gran error”. Pero
otra vez se escucharon las palabras: “Tengo un mensaje que debes
comunicar; escribe lo que te he dado para el pueblo”.—
Sermons
and Talks 2:252
.
El arca del pacto en el cielo
El Señor me dio una visión del santuario celestial. El templo
de Dios estaba abierto en el cielo, y me fue mostrada el arca de
Dios cubierta con el propiciatorio. Dos ángeles estaban a los dos
extremos del arca, con sus alas extendidas sobre el propiciatorio y
sus rostros mirando hacia él. Mi ángel acompañante me informó
que ellos representaban a la hueste angelical que mira con profunda
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