Página 66 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

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La Verdad acerca de los Angeles
bra refrescante, se sirvió la mesa, y él se mantuvo respetuosamente
al lado de ellos, mientras participaban de su hospitalidad...
Abrahán no había visto en sus huéspedes más que tres viajeros
cansados. No imaginó que entre ellos había Uno a quien podría
adorar sin cometer pecado. En ese momento le fue revelado el verda-
dero carácter de los mensajeros celestiales. Aunque iban en camino
como mensajeros de ira, a Abrahán, el hombre de fe, le hablaron
primeramente de bendiciones...
Abrahán había honrado a Dios, y el Señor le honró, haciéndole
partícipe de sus consejos, y revelándole sus propósitos... Dios cono-
cía bien la medida de la culpabilidad de Sodoma; pero se expresó
a la manera de los hombres, para que la justicia de su trato fuese
comprendida. Antes de descargar sus juicios sobre los transgresores,
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iría él mismo a examinar su conducta; si no habían traspasado los
límites de la misericordia divina, les concedería todavía más tiempo
para que se arrepintieran.—
Historia de los Patriarcas y Profetas,
132-134
.
La destrucción de sodoma y Gomorra
Dos de los mensajeros celestiales se marcharon dejando a
Abrahán solo con Aquel a quien reconocía ahora como el Hijo
de Dios... Con profunda reverencia y humildad rogó: “He aquí ahora
que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza”.
Génesis 18:27
... Se aproximó al mensajero celestial, y ferviente-
mente le hizo su petición. A pesar de que Lot habitaba en Sodoma,
no participaba de la impiedad de sus habitantes. Abrahán pensó
que en aquella populosa ciudad debía haber otros adoradores del
verdadero Dios. Y tomando en consideración este hecho, suplicó:
“Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío...;
nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que
es justo?”
Génesis 18:25
. Abrahán no imploró sólo una vez, sino
muchas. Atreviéndose a más a medida que se le concedía lo pedido,
persistió hasta que obtuvo la seguridad de que aunque hubiese allí
sólo diez personas justas, la ciudad sería perdonada.—
Historia de
los Patriarcas y Profetas, 118
.