Los ángeles en la era patriarcal
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su ángel con él, rogó a Dios con fervor para pedirle que le dirigiera
en forma positiva. En la familia de su amo estaba acostumbrado
a ver de continuo manifestaciones de amabilidad y hospitalidad, y
rogó ahora que un acto de cortesía le señalase la doncella que Dios
había elegido.
Apenas hubo formulado su oración, le fue otorgada la respuesta.
Entre las mujeres que se habían reunido cerca del pozo, había una
cuyos modales corteses llamaron su atención. En el momento en
que ella dejaba el pozo, el forastero fue a su encuentro y le pidió un
poco de agua del cántaro que llevaba al hombro. Le fue concedido
amablemente lo que pedía, y se le ofreció sacar agua también para
los camellos, un servicio que hasta las hijas de los príncipes solían
prestar para atender a los ganados de sus padres. Esa era la señal
deseada...
Abrahán vivía en Beerseba, e Isaac después de apacentar el
ganado en los campos vecinos, había vuelto a la tienda de su padre,
para esperar la llegada del mensajero de Harán. “Y había salido Isaac
a meditar al campo, a la hora de la tarde... Entonces el criado contó a
Isaac todo lo que había hecho. Y la trajo Isaac a la tienda de su madre
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Sara, y tomó a Rebeca por mujer”.
Génesis 24:63-67
.—
Historia de
los Patriarcas y Profetas, 168-171
.
Jacob y Esaú
Jacob y Esaú, los hijos gemelos de Isaac, presentan un contraste
sorprendente tanto en su vida como en su carácter. Esta desigualdad
fue predicha por el ángel de Dios antes de que nacieran. Cuando él
contestó la oración de Rebeca, le anunció que tendría dos hijos y le
reveló su historia futura, diciéndole que cada uno sería jefe de una
nación poderosa, pero que uno de ellos sería más grande que el otro,
y que el menor tendría la preeminencia...
Isaac... indicó claramente que Esaú, por ser el mayor, tenía de-
recho a la primogenitura. Pero Esaú no amaba la devoción, ni tenía
inclinación hacia la vida religiosa... Rebeca recordaba las palabras
del ángel y, con percepción más clara que la de su esposo, com-
prendía el carácter de sus hijos. Estaba convencida de que Jacob
estaba destinado a heredar la promesa divina. Repitió a Isaac las
palabras del ángel; pero los afectos del padre se concentraban en su