Página 85 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

Basic HTML Version

Los ángeles desde el Sinaí hasta la toma de Jericó
81
tial. Estos querubines tenían alas. Una de ellas se extendía hacia lo
alto, mientras la otra cubría su cuerpo. Esto ocurría con cada ángel.
El arca del santuario terrenal era una réplica de la verdadera arca
[106]
del cielo. Allí, al lado del arca celestial, se mantienen de pie los
ángeles vivientes, a cada extremo del arca, cada uno de los cuales
cubre el propiciatorio con una de sus alas, elevándolas hacia lo alto,
mientras con la otra cubren sus cuerpos en señal de reverencia y
humildad.—
La Historia de la Redención, 156-157
.
Encima del propiciatorio estaba la “shekinah”, o manifestación
de la divina presencia; y desde en medio de los querubines Dios
daba a conocer su voluntad. Los mensajes divinos eran comunicados
a veces al sumo sacerdote mediante una voz que salía de la nube.
Otras veces caía una luz sobre el ángel de la derecha, para indicar
aprobación o aceptación, o una sombra o nube descansaba sobre
el ángel de la izquierda, para revelar desaprobación o rechazo.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 360-361
.
Por medio de Cristo se había de cumplir el propósito simboli-
zado por el tabernáculo: ese glorioso edificio, cuyas paredes de oro
brillante reflejaban en matices del arco iris las cortinas bordadas
con figuras de querubines, la fragancia del incienso que siempre
ardía y compenetraba todo, los sacerdotes vestidos con ropas de
blancura inmaculada, y en el profundo misterio del recinto interior,
sobre el propiciatorio, entre las formas de los ángeles inclinados en
adoración, la gloria del lugar santísimo. Dios deseaba que en todo
leyese su pueblo su propósito para con el alma humana. El mismo
propósito expresó el apóstol Pablo mucho después, inspirado por el
Espíritu Santo:
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios
mora en vosotros?”
1 Corintios 3:16
.—
La Educación, 33-34
.
[107]
Al pie mismo del Sinaí, empezó Satanás a ejecutar sus planes
para derribar la ley de Dios y continuó así la obra que había iniciado
en el cielo. Durante los cuarenta días que Moisés pasó en el monte
con Dios, Satanás se ocupó en sembrar la duda, la apostasía y la
rebelión. Mientras Dios escribía su ley, para entregarla al pueblo de
su pacto, los israelitas, negando su lealtad a Jehová, pedían dioses
de oro...
Todo el universo presenció las escenas del Sinaí. En la actuación
de las dos administraciones se vio el contraste entre el gobierno de