90
La Verdad acerca de los Angeles
Gedeón
Era Gedeón, hijo de Joás, de la tribu de Manasés. La rama a la
cual pertenecía esta familia no desempeñaba ningún cargo desta-
cado, pero la casa de Joás se distinguía por su valor e integridad...
A Gedeón llamó, pues, el Señor para libertar a su pueblo. Estaba
entonces ocupado en trillar su trigo... Mientras Gedeón trabajaba
en secreto y en silencio, pensaba con tristeza en las condiciones de
Israel, y consideraba cómo se podría hacer para sacudir el yugo del
opresor sobre su pueblo.
De repente “el ángel de Jehová se le apareció” y le dirigió estas
palabras: “Jehová está contigo, varón esforzado”.
Jueces 6:12
.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 589
.
El ángel había velado la divina gloria de su presencia; pero no
era otro sino Cristo, el Hijo de Dios. Cuando un profeta o un ángel
comunicaban un mensaje divino sus palabras eran: “El Señor dice”.
Pero del Personaje que habló con Gedeón se declara: “Jehová le
[119]
dijo: Ciertamente yo estaré contigo”.
Jueces 6:16
.
Deseando mostrar un honor especial a su ilustre visitante, y ha-
biendo éste asegurado que esperaría su regreso, Gedeón se apresuró
a regresar a su tienda. De sus escasas provisiones, preparó un cabrito
y panes sin levadura, y los presentó ante él...
Cuando el regalo fue presentado, el ángel dijo: “Toma la carne y
los panes sin levadura, y ponlos sobre esta peña, y vierte el caldo”.
Jueces 6:20
. Gedeón lo hizo así, y entonces el Señor le dio la señal
que él deseaba. Con el báculo que tenía en su mano, el ángel tocó
la carne y los panes sin levadura. El fuego que subió de la peña
consumió la comida, porque fue aceptada más como un sacrificio
que como una muestra de hospitalidad. El que la consumió era Dios
y no hombre. Después de esta muestra de su divino carácter, el ángel
desapareció.
Convencido de que había visto al Hijo de Dios, Gedeón se llenó
de temor y exclamó: “Ah, Señor Jehová, que he visto al ángel de
Jehová cara a cara”.
Entonces misericordiosamente el Señor apareció por segunda
vez a Gedeón y le dijo: “Paz a ti; no tengas temor, no morirás”.
Estas preciosas palabras fueron dichas por el mismo compasivo
Salvador que dijo a sus discípulos sobre el mar tormentoso: “¡Tened