Los ángeles desde el tiempo de los jueces hasta el primer reinado
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ánimo; yo soy, no temáis!”
Mateo 14:27
. Era Aquél que también
apareció a los afligidos discípulos en el aposento alto y les dirigió
las mismas palabras que dirigiera a Gedeón: “Paz a vosotros”.
Lucas
24:36
.—
The Signs of the Times, 23 de junio de 1881
.
Sansón
En medio de la apostasía reinante, los fieles adoradores de Dios
continuaban implorándole que libertase a Israel... En el linde de
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la región montañosa que dominaba las llanuras filisteas, estaba la
pequeña ciudad de Zora. Allí moraba la familia de Manoa, de la tribu
de Dan, una de las pocas casas que, en medio de la deslealtad que
prevalecía, habían permanecido fieles a Dios. A la mujer estéril de
Manoa se le apareció “el ángel del Señor” y le comunicó que tendría
un hijo, por medio del cual Dios comenzaría a libertar a Israel. En
vista de esto, el ángel le dio instrucciones especiales con respecto a
sus propios hábitos y al trato que debía dar a su hijo...
La mujer buscó a su marido, y después de describirle el ángel, le
repitió su mensaje. Entonces, temiendo que pudieran equivocarse en
la obra importante que se les encomendaba, el marido oró así: “Ah,
Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva
ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con
el niño que ha de nacer”.
Jueces 13:8
.
Cuando el ángel volvió a aparecerles, la pregunta ansiosa de
Manoa fue: “¿Cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué
debemos hacer con él?” Las instrucciones anteriores le fueron re-
petidas: “La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije.
No tomará nada que proceda de la vid; no beberá vino ni sidra, y
no comerá cosa inmunda; guardará todo lo que le mandé”.
Jueces
13:13-14
.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 603-604
.
Manoa y su esposa no sabían que el que se había comunicado
con ellos era Jesucristo. Lo vieron como mensajero del Señor, pero
no podían distinguir si era ángel o profeta. Deseando manifestar
hospitalidad hacia su huésped, le invitaron a permanecer mientras
preparaban un cabrito para él. Sin embargo, al desconocer la natura-
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leza del visitante, no sabían si debían ofrecérselo como ofrenda de
sacrificio o como alimento.