Capítulo 30—El cuidado al hablar de otros
Las buenas cualidades de los demás
—Practicad el hábito de
hablar bien de los demás. Pensad en las buenas cualidades de aque-
llos a quienes tratáis, y fijaos lo menos posible en sus faltas y errores.
Cuando sintáis la tentación de lamentar lo que alguien haya dicho o
hecho, alabad algo de su vida y carácter. Cultivad el agradecimiento.
Alabad a Dios por su amor admirable, de haber dado a Cristo para
que muriera por nosotros.—
El Ministerio de Curación, 392
.
Salvación para el tentado
—Nadie mejorará nunca mediante la
acusación y la recriminación. Hablarle de su culpa al alma tentada
no le inspirará la determinación de mejorar. Al equivocado y desani-
mado, señálele a Aquel que es capaz de salvar hasta lo sumo, a todos
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los que acuden a él. Muéstrele lo que puede llegar a ser. Dígale que
en él no hay nada que lo pueda recomendar a Dios, pero que Cristo
murió para que él pudiera ser aceptado, por el Amado.—
Mente,
Carácter y Personalidad 2:99
.
No usemos palabras arrogantes ni acusadoras
—El talento
del habla es maravilloso. Cuanto más sería Dios glorificado, me-
diante palabras agradables en relación con su herencia comprada
con su sangre, que con la crítica. Habrá nubes; los enemigos de la
verdad pronunciarán discursos que opriman al justo; pero no permi-
tan que los creyentes pronuncien palabras arrogantes ni acusadoras,
unos contra otros. ¿No tenemos suficientes muestras y bendiciones
de Dios para mantener nuestros labios llenos de agradecimiento y
alabanza, y glorificarlo a él?
¿Será justificable expresar malos sentimientos, y hablar de la ma-
la reputación de aquellos que han errado según nuestra suposición?
¿Nunca hemos cometido errores nosotros mismos? ¿Nunca hemos
estado en el pantano del desaliento? Que Dios nos ayude a tener
en mente lo duro que es ser tentados, y que nuestros propios her-
manos se pongan del lado del demonio, y traten de herir y destruir.
Cuando se vea tentado a hablar palabras de crítica, empiece a cantar,
“Alabadle, fiel Salvador compasivo”.—
Manuscrito 129, 1901
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