Página 115 - La Voz

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La esperanza y el estímulo
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Debemos animar, y de ser posible, elevar a los que son débiles en
la fe. Al hablar acerca de las promesas de Dios, a veces, podemos
eliminar la depresión de las mentes, de los que están pasando por
pruebas y dificultades.—
Mente, Carácter y Personalidad 2:81
.
Conversar acerca del cielo
—Cuando podemos relacionarnos
para ayudarnos a ir al cielo, cuando la conversación se explaya en
las cosas divinas y celestiales, entonces vale la pena conversar; pero
cuando se concentra en el yo, y en las cosas terrenales y sin impor-
tancia, el silencio es oro. El oído obediente recibirá la reprensión,
con un espíritu susceptible de recibir enseñanza. Sólo entonces,
nuestra relación con los demás resultará beneficiosa, y cumplirá el
propósito que Dios desea, que lleve a cabo. Cuando se cumplen
aspectos de la instrucción divina, el sabio reprensor cumple su de-
ber, y el oído obediente escucha con un propósito definido y resulta
beneficiado.—
Hijos e Hijas de Dios, 168
.
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Mentes agrias y desagradables
—Es obra de Satanás que ha-
blen de lo que le concierne, y se deleita en tener a los seres humanos
hablando de su poder, de su labor a través de los hijos de los hom-
bres. Mediante la indulgencia en dicha conversación, la mente se
torna sombría, agria y desagradable. Podemos llegar a ser canales
de comunicación para Satanás, mediante el flujo de palabras que
no lleven alegría a ningún corazón. Pero decidamos que esto no
debe ser así. Decidamos no ser canales, mediante los cuales Satanás
comunique pensamientos sombríos y desagradables. Que nuestras
palabras no lleven un sabor de muerte para muerte, sino de vida para
vida.—
Testimonies for the Church 6:62, 63
.
Nuestra debilidad no debe ser objeto de discusión
—No es
digno de alabanza hablar de nuestra debilidad y desaliento. Diga cada
uno: “Estoy afligido porque cedo a la tentación, porque mis oraciones
son tan débiles, y mi fe tan escasa”.—
En Lugares Celestiales, 278
.
No hay virtud en recordar los pecados
—Cada vez que habla-
mos de tinieblas, el enemigo se agrada, porque él no quiere que el
gozo de Cristo more en nuestro corazón por medio de la fe. Cristo
es en nosotros una fuente de gozo refrescante, que nunca falla. Dios
no considera que hay virtud alguna en recordar y repetir nuestros
errores y pecados.—
Carta 42, 1896
.
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