Página 145 - La Voz

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El uso adecuado de la voz
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para mostrarse a sí mismos aprobados por Dios en la presentación
de la verdad sagrada, obreros que no tengan de qué avergonzarse.
La verdad hablada, en una forma agradable o no, juzgará al
oyente en el gran día del juicio final. Es un sabor de vida para vida,
o de muerte para muerte. Bajo ninguna circunstancia el orador será
criticado por los que se apartan de la verdad, aunque debe hacer
todo esfuerzo por alcanzar a la gente. El ministro es el maestro de la
verdad sagrada y solemne, y debe procurar perfección de carácter al
dirigir la palabra, no dando la menor ocasión posible para la crítica.
El hombre es honrado al ser un obrero junto con Dios, y debe trabajar
en la especialidad de Cristo, recibiendo la verdad en su pureza de la
Palabra de Dios, y presentándola de una forma que la recomiende a
sus oyentes.—
Manuscrito 4, 1897
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