Página 163 - La Voz

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La seriedad y la seguridad
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aguardando la amonestación para poder escapar a la condenación.—
Obreros Evangélicos, 29
.
Presentaciones positivas
—Sed fervorosos y positivos al dirigi-
ros a la gente. Vuestro tema puede ser excelente, y el mismo que la
gente necesita, pero haríais bien en mezclar declaraciones positivas,
con ruegos persuasivos...
Presentad el claro “así dice el Señor” con autoridad, y exaltad la
sabiduría de Dios en la Palabra escrita. Inducid a la gente a decidirse;
mantened la voz de la Biblia siempre ante ellos. Decidles que habláis
lo que sabéis, y que testificáis de aquello que es verdad, porque Dios
lo ha dicho. Sean vuestras predicaciones cortas y al punto, y al
mismo tiempo exigid una decisión. No presentéis la verdad de una
manera formal, mas permitid que el corazón sea vitalizado por el
Espíritu de Dios, y que vuestras palabras sean habladas con tal
certidumbre, que los que oyen, sepan que la verdad es una realidad
para vosotros.—
El Evangelismo, 218
.
El daño de la predicación tediosa
—El ministro falto de con-
sagración, que presenta la verdad de una manera desapasionada,
sin tener su propia alma conmovida por las verdades que predica a
otros, hará solamente daño. Cada esfuerzo que haga, sólo bajará las
normas.—
Testimonies for the Church 2:344
.
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Maneras indiferentes
—Algunos predican estas verdades tan
sumamente importantes, de una manera tan indiferente, que no pue-
den conmover a la gente. “Todo lo que te viniere a la mano para
hacer, hazlo según tus fuerzas”.—
Testimonies for the Church 2:504
.
Desestimando el mensaje de Dios
—Se necesita más habilidad,
tacto y sabiduría, para presentar la Palabra y alimentar el rebaño
de Dios, de lo que muchos suponen. Una presentación seca y sin
vida de la verdad, empequeñece el más sagrado mensaje que Dios
ha dado al hombre.—
Testimonies for the Church 6:47, 48
.
Consumidores, no productores
—Los que predican el evange-
lio sin poner en la obra todo su ser, su corazón, su mente, su alma
y fuerzas, son consumidores, y no productores. Dios llama a hom-
bres que comprendan que deben hacer fervientes esfuerzos, que
antepongan celo, prudencia, capacidad y los atributos del carácter
de Cristo en su labor. La salvación de las almas es una vasta obra
que exige el empleo de cada talento, cada don de la gracia. Los
que participan en esta obra, debieran aumentar constantemente en