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Capítulo 42—El método conversacional
Menos predicación, más enseñanza
—No es solamente por la
predicación como ha de hacérselo. Se necesita mucho menos pre-
dicación. Más tiempo debe dedicarse a educar pacientemente a los
demás, dando a los oyentes la oportunidad de expresarse. Es ins-
trucción lo que muchos necesitan, línea sobre línea, precepto sobre
precepto, aquí un poco y allá otro.—
El Evangelismo, 248, 249
.
Palabras salidas de corazones reconfortados con el amor de
Jesús
—Que su celo no sea con el fin de predicar, sino de ministrar.
Hable palabras salidas de un corazón reconfortado con el amor de
Jesús.—
Carta 1a, 1896
.
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Somos colaboradores con Jesucristo
—Usted necesita en los
congresos campestres trabajar, para enseñar en diferentes aspectos
como lo hizo Jesús. El era el gran Maestro, y las muchedumbres se
reunían doquier él iba para escuchar sus instrucciones, y él les ense-
ñaba como quien tenía autoridad, y sabían que él estaba enseñando
la verdad. El hablaba como ningún hombre había hablado.
Los ministros debieran ser educados para trabajar, imitando al
Modelo divino. A muchos de ustedes les gusta enseñar, pero no
han asumido la obra de enseñar, con la sencillez del evangelio de
Cristo. La gente escuchará sermones que muchas veces son el doble
de largos de lo que deberían ser, y pueden retener nada más que
unos pocos puntos del discurso, porque sus mentes han estado todo
el tiempo en cosas temporales y terrenas. Por lo tanto, están tan
imbuidos de pensamientos terrenales, que la verdad de Dios no les
hace ninguna impresión. No les llega a las mismas profundidades
del alma, y la reja del arado de la verdad, no profundiza lo suficiente.
Entonces salen de la reunión y caen en lo que eran antes. Cuando los
sermones son más del doble de largo de lo que debieran, las palabras
pierden su fuerza en la mente de los oyentes. Otras cosas surgen,
que ahogan las semillas de la verdad.
La verdad de Dios debe impresionar punto por punto. El interés
eterno de la persona depende del conocimiento. Las semillas de la
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