Página 188 - La Voz

Basic HTML Version

184
La Voz: Su Educación y Uso Correcto
se debe perjudicar, por ser comunicada mediante una pronunciación
deficiente.—
Testimonies for the Church 6:380
.
La manera de hablar de todos los obreros
—Todos los obre-
ros, ya sea que hablen desde el púlpito o den estudios bíblicos, deben
aprender a hablar en forma clara y expresiva.—
El Evangelismo, 483
.
Santa osadía en la oración
—Me apena ver cuán poco se apre-
cia el don del habla. Al leer la Biblia, al hacer la oración, al dar
testimonio en la reunión, ¡cuán necesaria es la pronunciación clara y
distinta! ¡Cuánto se pierde en el culto familiar, cuando el que ofrece
la oración se postra con el rostro hacia el suelo, y habla en voz baja y
débil! Pero tan pronto como terminó el culto de familia, los mismos
que antes no podían hablar lo bastante alto como para ser oídos en
oración, pueden hablar generalmente en tonos claros y distintos,
y no hay dificultad en oír lo que dicen. La oración de balbuceos
es apropiada para la cámara particular, pero no edifica en el culto
familiar o público; porque a menos que puedan oír lo que se dice,
los congregados no pueden decir amén. Casi todos pueden hablar
bastante fuerte, para ser oídos en la conversación común. ¿Por qué
no habrían de hablar así, cuando se les pide que den testimonio o
que oren?
Cuando hablamos de las cosas divinas, ¿por qué no hablar en
tonos claros, y de una manera que ponga de manifiesto que sabemos
de qué hablamos, que no nos avergonzamos de desplegar nuestra
[294]
bandera? ¿Por qué no oramos, como quienes tienen una conciencia
libre de ofensa, y pueden allegarse al trono de gracia con humildad,
aunque con santa osadía, alzando manos santas sin ira, ni duda? No
nos postremos hasta cubrir nuestros rostros, como si hubiese algo
que deseamos ocultar; antes alcemos nuestros ojos hasta el santuario
celestial, donde Cristo, nuestro Mediador, está delante del Padre,
para ofrecer, como fragante incienso, nuestras oraciones mezcladas
con sus propios méritos y su justicia inmaculada.—
Consejos para
los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana,
228, 229
.
[295]