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precipitadas, faltas de cristianismo. Cuando, mediante su poder,
rehusamos pronunciar las palabras que Satanás nos sugiere, la planta
de amargura de nuestro corazón, se marchita y muere. El Espíritu
Santo puede hacer de la lengua, un sabor de vida para vida.—
The
Review and Herald, 12 de mayo de 1910
.
Un indicio del carácter
—Sus palabras son un indicio de su ca-
rácter y ellas testificarán contra usted. En esto vemos la importancia
de ejercer mucho cuidado en el uso de nuestras palabras. Este talento
es un enorme poder para el bien, cuando se usa correctamente, pero
también es un enorme poder para el mal, cuando las palabras que se
usan son venenosas. Si se abusa de este talento, salen malas cosas
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del corazón. Las palabras tienen sabor de vida para vida o de muerte
para muerte...
¿No deberíamos todos nosotros, jóvenes y adultos, aprender a
usar en nuestra conversación, el lenguaje de los que serán trasladados
al reino de Dios? ¿No debieran ser nuestras palabras, de la clase que
nuestro Padre celestial escuche con placer?
Como cristianos que pretendemos ser, estamos bajo la solemne
obligación de revelar la verdad de nuestra profesión por medio de
nuestras palabras. La lengua es un miembro pequeño, pero, ¡cuánto
bien puede hacer si el corazón es puro! Si damos cabida en el
corazón a buenas cosas, si lo abastecemos con la ternura de Cristo,
con simpatía, y cortesía, esto se demostrará en las palabras que
hablemos y los actos que realicemos. La luz que brilla desde la
Palabra de Dios es nuestra guía. Nada puede debilitar tanto a una
iglesia, como el uso erróneo del talento del habla. Deshonramos
a nuestro Líder, cuando nuestras palabras no son las que debieran
salir de los labios de un cristiano. “Ocupaos en vuestra salvación
con temor y temblor. Porque Dios es el que en vosotros produce
así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.
Filipenses
2:12, 13
. La calidad de nuestras obras se demuestra por nuestras
palabras. Cuando nuestras palabras y obras armonizan en Cristo,
demostramos que estamos consagrados a Dios, perfeccionando la
santidad en su temor. A medida que entreguemos a él nuestra alma,
cuerpo y espíritu, él obrará en nosotros, tanto el querer como el hacer
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por su buena voluntad.
El amor de Cristo en el corazón, se revela por las expresiones
de alabanza. Los que están consagrados a Dios lo demostrarán por