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Capítulo 53—La verdadera prueba de la
predicación
Una vida piadosa, la mejor evidencia en defensa de la ver-
dad
—No es suficiente argüir en defensa de la verdad. La evidencia
más eficaz de su valor se ve en una vida piadosa; sin esto, las afirma-
ciones más concluyentes carecerán de peso y de poder persuasivo,
pues nuestra fortaleza radica en estar relacionados con Dios por
su Espíritu Santo, y la transgresión nos separa de esa sagrada pro-
ximidad, a la Fuente de poder y sabiduría.—
Comentario Bíblico
Adventista 2:992
.
La predicación hipócrita
—Predicar lo que no practicamos, no
es sino confirmar a los pecadores en su impenitencia. Las exhorta-
ciones más fervientes para andar en la luz, serán desatendidas, si el
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predicador mismo descuida seguir la luz que Cristo le ha dado.—
The
Review and Herald, 20 de junio de 1882
.
Solidez de carácter
—Los que trabajan por Cristo, han de ser
hombres y mujeres de gran discreción, de manera que los que no
comprenden sus doctrinas, se sientan inducidos a respetarlos y con-
siderarlos como personas desprovistas de fanatismo, desprovistas de
tosquedad e impetuosidad. Sus discursos y conducta, así como sus
conversaciones, deben ser de tal naturaleza, que guíen a los hombres
a la conclusión de que estos pastores son hombres de pensamien-
to, de solidez de carácter, hombres que temen y aman, a su Padre
celestial.—
El Evangelismo, 129
.
Necesidad de una experiencia personal
—Cada pastor del re-
baño de Dios debe dar un testimonio claro y fiel. El estado del
corazón debiera ser nuestra primera y ferviente preocupación. “Por-
que con el corazón se cree para justicia, pero con la boca, se confiesa
para salvación”.
Romanos 10:10
. Pero la sola palabrería no es nada.
Predicar la Palabra y luego obrar contra la Palabra, hace que la Pala-
bra no ejerza ningún efecto. El conocimiento de labios, las formas y
ceremonias, son de poco valor, si Cristo no mora en el alma.
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