Página 215 - La Voz

Basic HTML Version

La verdadera prueba de la predicación
211
No comunique sus problemas a nadie, que puede no tener más
sabiduría que usted mismo. Lleve sus problemas a Dios, que escucha,
y responde la oración. Trabaje, trabaje en favor de esta pobre alma, y
de aquélla. Saque su mente de la lectura y sus manos de la escritura.
Procure la salvación de los que están por perecer. ¡Cuán ferviente-
mente debiéramos trabajar por las almas, de las cuales debemos dar
cuenta!—
Carta 119, 1900
.
Impacto del amor de Jesús en el corazón del predicador
Hubo discursos secos y desprovistos de Cristo, en los cuales Jesús
[338]
ha sido apenas mencionado. El corazón del que habla, no está subyu-
gado y ablandado por el amor de Jesús. Se extiende en teorías áridas.
No se hace una gran impresión. El orador no tiene la unción divina,
y, ¿cómo puede él conmover los corazones del pueblo? Necesitamos
arrepentirnos y convertirnos. Sí, el predicador debe convertirse. Sí,
debe elevarse a Cristo delante de los hermanos, y debe instárselos a
mirar y vivir.—
Mensajes Selectos 3:209
.
El carácter como ejemplo de las palabras del Maestro
—El
maestro necesita una autoridad revestida de dignidad; de otra manera
carecerá de esa habilidad que haría de él, un maestro de éxito. Los
niños son prontos para discernir cualquier debilidad o defecto en
el carácter del maestro. El comportamiento hace su impresión. Las
palabras que pronunciáis no les darán el molde debido, a menos que
vean en vuestro carácter el modelo.—
Consejos sobre la Obra de la
Escuela Sabática, 109
.
Comportamiento del maestro, reverencia de los estudiantes
para con Dios
—Si el que acepta la responsabilidad de enseñar, no
posee todas las cualidades necesarias, pero siente la responsabilidad
de su cargo, hará cuanto pueda para aprender. Cultivará la reverencia,
la alegría de espíritu, y la firmeza. Sea vuestro comportamiento de
carácter tal, que vuestra clase aprenda a tener pensamientos solemnes
y reverencia hacia Dios. Aunque las ideas sean presentadas con
simplicidad, al hablar de Dios, de Cristo, de sus sufrimientos, de
[339]
su resurrección como realidades para vosotros, el lenguaje debería
elevar las mentes muy por encima de las cosas terrenales, y hacerles
sentir que están en la presencia del Infinito.—
Consejos sobre la Obra
de la Escuela Sabática, 108
.
[340]
[341]