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La Voz: Su Educación y Uso Correcto
tificación del Espíritu. Necesitamos orar para que podamos edificar
el reino de Dios, junto con nuestros compañeros. Nunca debemos
estar satisfechos con nosotros mismos, sino siempre avanzar hacia
arriba, tratando de obtener un fervor superior, y un mayor celo. El
deseo más grande de nuestro corazón, debiera ser encontrarnos entre
el pueblo manso y humilde de Dios. Entonces podremos encontrar
almas, y ganar almas.
Los que ministren en palabra y doctrina, deben primero ser
participantes de los frutos del Espíritu. Tenga esto en mente. Ponga
freno a su disposición, y entonces la paz y el contentamiento llenarán
su alma. Si usted quiere que su corazón rebose con el amor de Dios,
cultive el agradecimiento por el inexpresable privilegio de conocer
la verdad. Si se perdiera de vista a sí mismo, por contemplar a Cristo,
sería transformado de gloria en gloria, de carácter en carácter, y se
regocijaría en su amor redentor.
No tenemos tiempo para impacientarnos respecto de nosotros
mismos, ni tiempo de mirar el lado oscuro. Hay almas que salvar.
Debemos vivir en Cristo y Cristo en nosotros; de lo contrario, pre-
dicaremos y trabajaremos en vano. Los que son hermanos en la
fe deben estar unidos, tratando de contestar la oración elevada por
Cristo a su Padre. No nos impacientemos. Pongamos a un lado todo
celo, toda presunción. Vistámonos de Cristo, y andemos a la luz del
Sol de Justicia. Predique la Palabra. Practique la Palabra. Entonces
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se convertirán las almas.
Actualmente, su condición espiritual es una piedra de tropiezo
para sus mejores esfuerzos. Tenemos las verdades más sublimes
jamás dadas al hombre. ¿Cómo las estamos manejando? En Cristo,
muertos al yo, abrid vuestra boca, y Dios la llenará. Cristo impresio-
nará las mentes de sus oyentes.
La cooperación con Dios, significa su cooperación con nosotros.
La cooperación con nuestros hermanos, da suficiente espacio para
que cada uno realice la obra. Ahora se necesita mucho la coopera-
ción. No trate de escalar al lugar más alto. Si lo hace, le será dado
el más bajo. Tenga valor en el Señor. Pero no piense que usted es
el único agente a través del cual él obrará. Por amor a Cristo, haga
lo mejor que pueda, sin hablar una sola palabra de ingratitud contra
Dios, o sus hermanos. Entonces el Señor lo bendecirá. No tenemos
un momento que perder en lamentos o recriminaciones.