Página 213 - La Voz

Basic HTML Version

La verdadera prueba de la predicación
209
Un constante crecimiento en la gracia
—A menos que haya
un crecimiento constante en la gracia, estaremos careciendo de
palabras adecuadas para la ocasión. La razón por la cual, muchos
de nuestros predicadores predican sermones aburridos y carentes
de vida, es que permiten que una cantidad de cosas de naturaleza
mundana ocupen su tiempo, y su atención. Comúniquese con su
propio corazón, y luego comuníquese con Dios. A menos que haga
esto, sus esfuerzos serán infructuosos, y carecerán de Cristo por
las prisas no santificadas, y la confusión de las cosas mundanas.—
Manuscrito 101, 1902
.
Predicando y practicando
—En este tiempo cada ministro de
Cristo debe prestar atención a la exhortación de Pablo a Timoteo,
[335]
“ten cuidado de ti mismo”, tu carácter, tus palabras, tu conducta,
“y de la doctrina”.
1 Timoteo 4:16
. El ministro debe practicar la
doctrina que predica, a menos que necesite, que alguien le enseñe
los primeros principios de la pura doctrina...
El Señor me ha dado un mensaje para ustedes. Los ministros del
evangelio deben mantenerse en continua sujeción a Cristo. Pero en
su estado mental actual, no están sujetos a la voluntad, ni el control
de Dios. El yo, el pobre y enfermo yo, se revela a cada paso. Cuando
el yo muera, la paz de Cristo tomará posesión del alma. Mientras
usted sea un ministro del evangelio, está, ante Dios, bajo la más
solemne obligación de ser sabio, no en su propio concepto, sino
sabio en la sabiduría de Dios.
Cada día, las tendencias hereditarias hacia el mal lucharán por
dominar. Cada día, usted estará en guerra contra sus rasgos objeta-
bles de carácter, hasta que no quede en usted ninguna de las cosas
de las cuales necesita separarse. Entonces, pensará con sencillez y
sabiamente, cómo entregarse al Señor. Verá por anticipado los males
que vendrán, a menos que cambie evitando la causa que produce el
efecto.
Usted necesita comprender ahora, como nunca antes, el poder
suavizador y subyugador de la verdad, el carácter semejante a Cris-
to. Necesita comprender la guerra en la cual está participando. El
poder de una vida santa está bien adelante, de todos los sermones
doctrinales...
Necesitamos como nunca antes orar con el corazón y la voz del
[336]
Espíritu de Cristo para que él nos use en su servicio, mediante la san-