Página 281 - La Voz

Basic HTML Version

Los pioneros del adventismo
277
nes extremas para crear excitación, y contrarrestar así la misma obra
que Dios haría.
Siempre hay quienes están listos a irse por la tangente, que
quieren apoderarse de algo extraño, maravilloso y nuevo; pero Dios
quiere que todos nos movamos con calma, que elijamos nuestras
palabras con mucho cuidado, en armonía con la sólida verdad para
este tiempo, que requiere [que] sea presentada a la mente tan libre
como sea posible de lo emocional, aunque conlleve toda la intensidad
y solemnidad apropiada. Debemos evitar crear extremos, debemos
guardarnos para no estimular a aquellos que siempre están, o bien
en el fuego, o bien en el agua.—
Carta 37, 1894
.
Tema del Espíritu Santo para una ocasión especial
—El do-
mingo 23 de junio [1895] hablé bajo la carpa en Canterbury. Se
había convocado una reunión general y estuvieron presentes muchas
personas de Ashfield, Sydney y Petersham. Varios de los que no se
habían decidido completamente a obedecer se convencieron de la
verdad. Cuando llegué a la plataforma, me parecía que no podía fijar
mi mente en ningún tema sobre el cual hablar, pero tan pronto como
me puse de pie, todo se me aclaró, y el texto que me fue presentado,
fue la pregunta que un príncipe hizo a Jesús: “¿Qué bien haré para
tener la vida eterna?”
El poder de Dios vino sobre mí y la verdad de Dios fue pre-
sentada por su agente humano de la manera más clara y poderosa.
El pastor Corliss dijo que me había escuchado hablar, bajo casi
[446]
cualquier circunstancia durante los últimos cuarenta años, pero que
éste había sido el discurso más poderoso que me había escuchado
presentar. A mí me parecía estar elevada y fuera de mí misma. Era
el Espíritu del Señor que vino sobre mí, y la gloria sea a su nombre.
Cuando le escriba de nuevo, le expresaré la substancia de lo hablado.
Después del discurso estuvimos reunidos durante casi una ho-
ra. Fueron excelentes los testimonios expresados, y se clausuró la
reunión dejando una impresión favorable sobre las mentes de los
que estaban dudando al pie de la cruz, y preguntándose cómo se
ganarían la vida si aceptaban la verdad.—
Carta 28, 1895
.
Mensaje acerca de la higuera sin fruto
—Ya es de tarde, acabo
de regresar de los servicios en la carpa. Hoy hablé dos veces, cerca
de una hora en la reunión de las seis y media de la mañana, y otra vez
por la tarde. Por lo general, hablo los miércoles por la tarde porque