Página 324 - La Voz

Basic HTML Version

Capítulo 73—El canto en la última gran crisis
Aprendamos ahora el canto de los ángeles
—“El que sacrifica
alabanza me honrará” (
Salmos 50:23
), dice el Señor. Todos los
habitantes del cielo se unen para alabar a Dios. Aprendamos el canto
de los ángeles ahora, para que podamos cantarlo cuando nos unamos
a sus huestes resplandecientes. Digamos con el salmista: “Alabaré
a Jehová en mi vida: cantaré salmos a mi Dios mientras viviere”.
“Alábente los pueblos, oh Dios: todos los pueblos te alaben”.
Salmos
146:2
;
67:5
.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 294
.
Bajo las sombras de la aflicción
—En la plena luz del día, y al
oír la música de otras voces, el pájaro enjaulado no cantará lo que
su amo procure enseñarle. Aprende un poquito de esto, un trino de
[512]
aquello, pero nunca una melodía entera y definida. Cubre el amo
la jaula, y la pone donde el pájaro no oiga más que el canto que ha
de aprender. En la obscuridad lo ensaya y vuelve a ensayar hasta
que lo sabe, y prorrumpe en perfecta melodía. Después, el pájaro
es sacado de la obscuridad, y en lo sucesivo cantará aquel mismo
canto en plena luz. Así trata Dios a sus hijos. Tiene un canto que
enseñarnos, y cuando lo hayamos aprendido entre las sombras de
la aflicción, podremos cantarlo perpetuamente.—
El Ministerio de
Curación, 374
.
Esperanza en la última crisis
—En medio de las sombras den-
sas de la última gran crisis de la tierra, la luz de Dios alumbrará con
más brillo, y se oirá en los acordes más diáfanos y sublimes, el canto
de esperanza y confianza.—
La Educación, 166, 167
.
El canto triunfante en la venida de Jesús
—Por un desgarrón
de las nubes, una estrella arroja rayos de luz cuyo brillo queda cua-
druplicado por el contraste con la oscuridad. Significa esperanza
y júbilo para los fieles, pero severidad para los transgresores de la
ley de Dios. Los que todo lo sacrificaron por Cristo están entonces
seguros, como escondidos en los pliegues del pabellón de Dios. Fue-
ron probados, y ante el mundo y los despreciadores de la verdad,
demostraron su fidelidad a Aquel que murió por ellos. Un cambio
320