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Reacciones del público ante la oratoria de Elena G.
de White
En la preparación para presentar su tésis doctoral en la Univer-
sidad Estatal de Míchigan, Horace Shaw sometió un cuestionario a
cientos de personas que habían escuchado hablar a Ellen G. White.
Las reacciones que se presentan a continuación han sido seleccio-
nadas del conjunto de respuestas recibidas por el Dr. Shaw [ver de
Horace Show,
A Rhetorical Analysis of the Speaking of Mrs. Ellen
G. White, a Pioneer, Leader, and Spokeswoman of the Seventh-day
Adventist Church
(1959), pp. 589-644].
Jane H. Albro
: No hubo duda en cuanto a su celo o sinceridad.
La atención era absoluta. Nada de confusión. Un sermón poderoso.
Dios le dio el mensaje, y ella lo presentó, como quien debe dar
cuenta.
Alfred Anderson
: Auditorio silencioso y reverente. Mientras
ella hablaba, el ambiente era diferente.
Dr. Floyd E. Bates
: La gente salió de la reunión bajo la convic-
ción de que Dios había estado con nosotros y nos había hablado. Su
presencia parecía ejercer una influencia santificadora sobre el públi-
co. Era como haber visto a alguien del cielo que podía hablar con
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autoridad divina, y cuyas palabras llevaban un profundo significado.
Myrtabelle Beeler
: El sermón fue muy impresionante, y siem-
pre me he sentido satisfecha de que ese sábado por la mañana tuve
que viajar treinta millas por tren para escucharla.
O. O. Bernstein
: El público parecía prestarle una atención casi
intensa. Prevalecía un ambiente de quietud y expectativa.
Vesta Bookout
: Verla, y escucharla predicar fue una bendita
experiencia. Ellos (mis vecinos) opinaron que ella era maravillosa
y lo repitieron una y otra vez... Sin duda, había algo acerca de ella
que hasta los no adventistas reconocían como algo especial, aun sin
saber quién era ella, ni que significaba para su pueblo.
Frances Smith Bradbury
: La charla que presentó ante los in-
tegrantes de la familia del sanatorio fue de mucha utilidad. Sus
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