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La Voz: Su Educación y Uso Correcto
por intermedio del que él quiere, y los que hacen observaciones im-
prudentes acerca de los mensajeros y del mensaje, necesitan recordar
que ellos hablarían de Cristo de la misma manera, si él hubiera veni-
do a ellos como vino a los judíos, con un mensaje que no se adaptaba
a sus corazones irregenerados. Los que usan sus palabras, para hacer
una parodia del que habla las palabras de Dios, son acusados de
hacer esto mismo a Cristo; porque se le hace a él, en la persona de
sus santos.—
The Review and Herald, 18 de enero de 1898
.
La influencia de las palabras airadas
—¡Ojalá que los que pro-
clamen el mensaje más solemne, dado jamás al mundo, comprendan
lo mucho que se debilita su influencia cuando sospechan de sus
hermanos, cuando permiten que por sus labios pasen palabras de ira!
El desagrado de Dios descansa, sobre cualquiera que hable palabras
ásperas y faltas de bondad.—
The Review and Herald, 21 de julio de
1903
.
La confianza en los hermanos
—Al sembrar el mal en la mente
de los débiles, que no tienen una conexión vital con Dios, con-
tándoles cuán poca confianza usted tiene en otros, usted rompe la
influencia que sus hermanos ejercen en ellos, porque destruye su
confianza en ellos. Pero no permita que el enemigo use así su lengua;
porque el día del juicio final, Dios le pedirá cuenta de sus palabras.
No ejerza una influencia que destruya la confianza, que algún alma
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estremecida tenga en Dios. Aunque usted no sea tratado como cree
que debiera serlo, no permita que las raíces de amargura florezcan;
porque por eso, muchos serán contaminados. Por sus palabras us-
ted puede hacer que otros comiencen a abrigar sospechas de los
demás.—
The Review and Herald, 24 de agosto de 1897
.
Arruinando a los débiles en la fe
—No permitáis que el diablo
use vuestra lengua y vuestra voz para arruinar a los que son débiles
en la fe, pues en el día final de ajuste de cuentas, Dios os pedirá
que respondáis por vuestra obra.—
Comentario Bíblico Adventista
3:1179
.
Efecto permanente de las palabras necias
—Como cristianos,
debiéramos considerar la influencia que tienen nuestras palabras
en las personas con quienes nos relacionamos, ya sean creyentes, o
no. Se observan nuestras palabras, y se hace agravio con expresio-
nes irreflexivas. Ningún trato posterior con creyentes o incrédulos,
contrarrestará del todo, la impresión desfavorable de palabras irrefle-