Página 56 - La Voz

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Capítulo 11—La naturaleza de su voz
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Su pronunciación era nítida
—Jesús es nuestro ejemplo. Su
voz era musical, y nunca se elevaba en tonos forzados y altos, cuando
hablaba con la gente. Nunca hablaba tan rápido como para que sus
palabras se amontonaran unas sobre otras, de manera que fuera
difícil entenderlo. Pronunciaba cada palabra claramente, y los que
escuchaban su voz daban testimonio de que “jamás hombre alguno
habló como este hombre”.—
The Review and Herald, 5 de marzo de
1895
.
Una voz calmada, intensa, musical
—Mediante palabras ama-
bles y obras de misericordia, Cristo encaraba las antiguas tradiciones
y los mandamientos de hombres, y presentaba el amor del Padre en
su inagotable abundancia. Su voz calmada, intensa y musical, caía
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como un bálsamo en los espíritus heridos.—
The Review and Herald,
5 de marzo de 1901
.
Había amor en el tono de su voz
—Su tierna compasión caía
con un toque sanador, sobre los corazones cansados y atribulados.
Aun en medio de la turbulencia de enemigos airados, estaba rodeado
por una atmósfera de paz. La hermosura de su rostro, la amabilidad
de su carácter, sobre todo, el amor expresado en su mirada y su
tono, atraían a él a todos aquellos, que no estaban endurecidos por
la incredulidad. De no haber sido por el espíritu suave y lleno de
simpatía, que se manifestaba en todas sus miradas y palabras, no
habría atraído las grandes congregaciones que atraía.—
El Deseado
de Todas las Gentes, 219, 220
.
Su voz era como música al oído
—La voz del Salvador, era co-
mo música a los oídos de aquellos que habían estado acostumbrados
a la prédica monótona y sin vida de los escribas y fariseos. Hablaba
lenta e impresionantemente, recalcando las palabras que deseaba
que sus oyentes escucharan con atención especial. Todos podían
comprender el pleno significado de sus palabras. Esto habría sido
imposible si él hubiese hablado en forma apresurada, acumulando
frase sobre frase, sin pausa alguna. La gente lo escuchaba con mucha
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