Página 57 - La Voz

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La naturaleza de su voz
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atención, y se dijo de él, que hablaba, no como los escribas y fariseos;
porque su palabra era como de quien tiene autoridad.—
Consejos pa-
ra los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana,
227
.
[83]
No forzaba el tono de sus palabras
—Si él hubiera levantado
su voz en un tono forzado... el carácter conmovedor y la melodía
de la voz humana se hubieran perdido, y mucha de la fuerza de la
verdad, se hubiera destruido.—
El Evangelismo, 46
.
Su voz tenía una dulce melodía
—En los días de mi juventud,
acostumbraba hablar en tono demasiado alto. El Señor me mostró
que yo no podía realizar una impresión debida sobre la gente, ele-
vando la voz a un tono antinatural. Luego me fue presentado Cristo
y su manera de hablar; y en su voz había una dulce melodía. Su voz,
expresada con lentitud y calma, llegaba a sus oyentes, y sus palabras
penetraban en sus corazones, y ellos eran capaces de aprender lo
que él había dicho, antes de que pronunciara la frase siguiente. Al
parecer algunos piensan que deben correr todo el tiempo, porque
si no lo hacen perderán la inspiración y la gente también perderá
la inspiración. Si eso es inspiración, que la pierdan, y cuanto antes
mejor.—
El Evangelismo, 486
.
Era un Maestro en el arte de hablar
—Si la voz tiene un tono
correcto, solemnidad, y está modulada hasta llegar a ser conmove-
dora, producirá mejor impresión. Este era el tono en el que Cristo
enseñaba a sus discípulos. El los impresionaba con solemnidad; les
hablaba en forma conmovedora.—
Testimonies for the Church 2:615
.
Cuando reprendía, había lágrimas en su voz
—Denunció in-
trépidamente la hipocresía, la incredulidad y la iniquidad, pero había
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lágrimas en su voz al pronunciar severas reprensiones.—
El Deseado
de Todas las Gentes, 319
.
Su voz resonaba como trompeta de Dios
—Cristo apareció en
medio del ocupado mundo, lleno del ruido del comercio y las discu-
siones de los negocios, donde los hombres trataban egoístamente de
obtener todo lo que podían para sí mismos; y por encima de la confu-
sión, se oyó su voz que resonaba como la trompeta de Dios: “Porque,
¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere
su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”—
El
Evangelismo, 407
.