Página 96 - La Voz

Basic HTML Version

Capítulo 26—El amor y la bondad
Usemos palabras de bondad y consuelo aunque nos sinta-
mos inclinados a hacer lo contrario
—Cuando se le acerquen al-
mas infortunadas, heridas y magulladas, en busca de palabras de
aliento, debe hablarles las palabras de Cristo. ¿Se niega usted a de-
cirles palabras agradables, corteses y bondadosas? Los que hablan
como Cristo habló, nunca introducirán palabras que como dardos
amargos, hieran el alma. “Jehová escuchó y oyó”. ¿Tendrá usted
presente que el Señor escucha las palabras que hablamos, y conoce
el espíritu que impulsa nuestras acciones?... ¿No es ser como Cristo,
hablar palabras de bondad, de consuelo, aunque se sienta inclinado a
hacer lo contrario?—
The Review and Herald, 26 de mayo de 1896
.
[145]
La ley de bondad en nuestros labios
—Trabajad desinteresada,
amante y pacientemente, por todos con quienes os relacionéis. No
mostréis impaciencia. No profiráis ni una palabra áspera. Haya el
amor de Cristo en vuestro corazón, la ley de la bondad en vuestros
labios.—
El Ministerio de la Bondad, 80
.
Las atenciones consideradas
—Toda alma que conocemos es
la adquisición de la sangre de Cristo, y debemos proferir palabras
bondadosas, y tener atenciones consideradas con los que están entre
nosotros. Los jóvenes necesitan la ayuda de palabras y acciones
bondadosas.—
Manuscrito 33, 1911
.
Debemos hablar la verdad con amor
—Como el rocío y las
lluvias suaves caen sobre las plantas agostadas, caigan también con
suavidad vuestras palabras, cuando procuréis sacar a los hombres
del error. El plan de Dios consiste en llegar primero al corazón.
Debemos decir la verdad con amor, confiados en que él le dará
poder, para reformar la conducta. El Espíritu Santo aplicará al alma,
la palabra dicha con amor.—
El Ministerio de Curación, 114, 115
.
Mientras menos critiquemos, mayor será nuestra influencia
para el bien
—En la obra de ganar a otros, podemos obtener las más
preciosas victorias. Debiéramos dedicarnos con un celo incansable,
con una fidelidad ferviente, con abnegación y con paciencia, a la
92