Las dos coronas
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estaban fijos en la corona celestial; pero quienes prestaban atención
a las pelotillas negras quedaban manchados por ellas. Entonces se
me presentó a la vista el siguiente pasaje de la Escritura:
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín
corrompe, y donde ladrones minan y hurtan; mas haceos tesoros
en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no
minan ni hurtan; porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará
vuestro corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo
fuere sincero, todo tu cuerpo será luminoso: mas si tu ojo fuere malo,
todo tu cuerpo será tenebroso. Así que, si la lumbre que en ti hay
son tinieblas, ¿cuántas serán las mismas tinieblas? Ninguno puede
servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o
se llegará al uno y menospreciará al otro: no podéis servir a Dios y a
Mammón.”
Mateo 6:19-24
.
Después, todo lo que yo había visto se me explicó como sigue:
La multitud que tan afanosamente porfiaba por la corona terrenal
estaba compuesta por los que aman los tesoros de este mundo y se
dejan engañar y lisonjear por sus efímeras atracciones. Vi algunos
que, a pesar de llamarse discípulos de Jesús, son tan ambiciosos
de tesoros terrenales que pierden el amor por los del cielo, obran
según el mundo y Dios los tiene por mundanos. Dicen que buscan
una corona inmortal, un tesoro en los cielos; pero su interés y su
preocupación mayor está en adquirir tesoros terrenales. Quienes
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tienen sus tesoros en este mundo y aman sus riquezas, no pueden
amar a Jesús. Podrán pensar que son justos, y aunque se aferran
como avaros a sus posesiones, no se les puede convencer de ello; no
son capaces de reconocer que aman más el dinero que la causa de la
verdad o los tesoros celestiales.
Riquezas verdaderas y falsas
“Así que, si la lumbre que en ti hay son tinieblas, ¿cuántas serán
las mismas tinieblas?”
Mateo 6:23
. En la experiencia de los tales
llega un punto en que, por no apreciar la luz que se les dió, ésta se
convierte en tinieblas. El ángel dijo: “No podéis amar y adorar los
tesoros de la tierra y al propio tiempo poseer verdaderas riquezas.”
Cuando vino a Jesús el joven que le dijo: “Maestro bueno, ¿que haré
para poseer la vida eterna?”
Mateo 19:16
. Jesús le dió a elegir entre