Página 147 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Peligros de la juventud
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a trabajar, a tener sus horas de trabajo físico y sus horas de estudio
y lectura. Los padres deben tratar de elevar las mentes de sus hijos,
y de cultivar sus facultades mentales. La mente, abandonada a sí
misma, sin cultivo, es generalmente baja, sensual y corrupta. Satanás
aprovecha su oportunidad, y educa a las mentes ociosas.
Padres, el ángel registrador escribe toda palabra impaciente e
irritada que decís a vuestros hijos. Cada vez que dejáis de darles
las instrucciones debidas y de mostrarles el carácter excesivamente
grave del pecado y el resultado final de una conducta pecaminosa,
ello queda registrado frente a vuestro nombre. Cada palabra que
decís descuidadamente delante de ellos, aunque sea en broma, cada
palabra que no sea casta y elevada, queda anotada por el ángel como
una mancha sobre vuestro carácter cristiano. Todos vuestros actos
quedan registrados, sean buenos o malos.
Los padres no pueden tener éxito en el gobierne de sus hijos
antes de haber adquirido perfecto dominio sobre sí mismos. Deben
primero aprender a subyugarse, a dominar sus palabras y la misma
expresión de su rostro. No deben permitir que se turbe el tono de
su voz, o se agite con excitación e ira. Entonces podrán tener una
influencia decisiva sobre sus hijos. Los hijos pueden desear hacer lo
recto, pueden proponerse en su corazón ser obedientes y bondadosos
para con sus padres o tutores; pero necesitan ayuda y estímulo de
parte de ellos. Pueden hacer buenas resoluciones, pero a menos que
sus principios sean fortalecidos por la religión y en sus vidas reine
la influencia de la gracia renovadora de Cristo, no alcanzarán su
objeto.
Los padres deben duplicar sus esfuerzos para la salvación de sus
hijos. Deben instruirlos con fidelidad, y no permitir que obtengan su
educación ellos mismos como mejor puedan. No se debe permitir
que los jóvenes aprendan lo bueno y lo malo indistintamente, con la
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idea de que en algún tiempo futuro lo bueno prevalecerá y lo malo
perderá su influencia. Lo malo se desarrolla más rápidamente que lo
bueno. Es posible que lo malo que hayan aprendido sea erradicado
después de muchos años; pero ¿quién quiere correr ese riesgo? El
tiempo es corto. Es más fácil y mucho más seguro sembrar semilla
limpia y buena en el corazón de vuestros hijos, que arrancar las
malas hierbas después. Es el deber de los padres velar para que las
influencias que rodean a sus hijos no tengan un efecto perjudicial