Página 148 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
sobre ellos. Es su deber elegirles los compañeros que han de tener y
no dejar que ellos mismos los elijan. ¿Quién cumplirá este deber si
los padres no lo hacen? ¿Pueden los demás tener en favor de vuestros
hijos el interés que debierais tener vosotros? ¿Pueden ejercer ese
cuidado constante y amor profundo que sienten los padres?
Las influencias del hogar
Puede suceder que los niños observadores del sábado se impa-
cienten por las restricciones y piensen que sus padres son demasiado
estrictos; y hasta puede suceder que se susciten en sus corazones
sentimientos duros y lleguen a alimentar pensamientos de descon-
tento y pesar contra aquellos que obran para su bien presente, futuro
y eterno. Pero si llegan a vivir algunos años más, bendecirán a sus
padres por el cuidado estricto y la vigilancia fiel que ejercieron sobre
ellos en sus años de inexperiencia.
Los padres deben explicar y simplificar ante sus hijos el plan de
salvación, a fin de que sus mentes juveniles puedan comprenderlo.
Los niños de ocho, diez y doce años tienen ya bastante edad para
que se les hable de la religión personal. No mencionéis a vuestros
hijos algún período futuro en el que tendrán bastante edad para
arrepentirse y creer en la verdad. Si son debidamente instruídos, los
niños, aun los de poca edad, pueden tener opiniones correctas acerca
de su estado de pecado y el camino de salvación por Cristo. Los
predicadores manifiestan generalmente demasiada indiferencia hacia
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la salvación de los niños, y su obra no es tan personal como debiera
ser. Muchas veces se pierden áureas oportunidades de impresionar
las mentes de los niños.
La mala influencia que rodea a nuestros niños es casi abruma-
dora; está corrompiendo sus mentes y arrastrándolos a la perdición.
Las mentes juveniles son por naturaleza dadas a la liviandad; y en
tierna edad, antes que su carácter esté formado y su juicio maduro,
manifiestan a menudo su preferencia por compañías que ejercen
sobre ellos una influencia perjudicial. Algunos adquieren afición al
sexo opuesto, contra los deseos y ruegos de sus padres, y violan,
deshonrándolos así, el quinto mandamiento. Es deber de los padres
vigilar las salidas y las entradas de sus hijos. Deben estimularlos y
presentarles incentivos que los atraigan al hogar y les hagan ver que