Falsificación de los dones del espírit
Un espíritu de fanatismo ha regido cierta clase de observadores
del sábado [del este de los Estados Unidos]; han bebido tan sólo
pocos sorbos de la fuente de verdad, y no conocen el espíritu del
mensaje del tercer ángel. Nada puede hacerse para esta clase hasta
que corrija sus opiniones fanáticas. ...
Algunas de esas personas tienen manifestaciones de lo que lla-
man dones, y dicen que el Señor las ha colocado en la iglesia. Hablan
en una jerigonza incomprensible que llaman la lengua desconocida,
y que lo es no sólo para el hombre, sino para el Señor y todo el cielo.
Estos dones son fabricados por hombres y mujeres ayudados por
el gran engañador. El fanatismo, la falsa agitación, el falso hablar
en lenguas y los servicios ruidosos han sido considerados dones
que Dios ha colocado en la iglesia. Algunos han sido engañados. El
fruto de todo esto no ha sido bueno. “Por sus frutos los conoceréis.”
Mateo 7:16
. El fanatismo y el ruido han sido considerados como
evidencias especiales de la fe.
Algunos no se quedan satisfechos con una reunión a menos
que sientan cierto poder y momentos felices. Trabajan para esto y
despiertan sentimientos de excitación. Pero la influencia de tales
reuniones no es benéfica. Una vez desaparecida la sensación fugaz
de felicidad, descienden más bajo que antes de la reunión, porque
su felicidad no proviene de la debida fuente. Las reuniones más pro-
vechosas para el progreso espiritual son aquellas que se caracterizan
por la solemnidad y el escudriñamiento profundo del corazón; en
las cuales cada uno procura conocerse a sí mismo y con fervor y
profunda humildad se esfuerza por aprender de Cristo. ...
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Son muchos los espíritus inquietos que no quieren someterse a la
disciplina, el sistema y el orden. Piensan que sus libertades quedarían
cercenadas si pusiesen a un lado su propio juicio y se sometiesen
al de personas de experiencia. La obra de Dios no progresará a
menos que los hermanos decidan someterse al orden y expulsar de
Testimonios para la Iglesia 1:411-420 (1863)
. (Del cap. “La causa en el Este.”)
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