Página 162 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
Son muchos los que oyen los dichos de Cristo, pero no los cum-
plen. Hacen profesión de fe, pero sus frutos son tales que disgustan
a los no creyentes. Son jactanciosos, y oran y hablan de una manera
que refleja justicia propia; se ensalzan, relatan sus buenas acciones,
y, como el fariseo, agradecen virtualmente a Dios porque no son
como los demás. Sin embargo, estas mismas personas son astutas, y
cometen extorsiones en los negocios. Sus frutos no son buenos. Sus
palabras y actos son malos, y sin embargo, parece que no advierten
su condición indigente y miserable.
Me fué mostrado que el siguiente pasaje se aplica a los que están
en tal engaño: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que
está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
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profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y
en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les protestaré:
Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad.”
Mateo
7:21-23
.
Este es el mayor engaño que pueda afectar a la mente humana;
estas personas creen que obran bien cuando están obrando mal.
Piensan que están haciendo una gran obra en su vida religiosa,
pero Jesús les arranca finalmente su manto de justicia propia, y
les presenta vívidamente el cuadro fiel de lo que son, con todos
sus yerros y la deformidad de su carácter religioso. Son hallados
faltos cuando es demasiado tarde para que sus necesidades queden
suplidas. Dios ha provisto medios para corregir a los que yerran;
pero si éstos prefieren seguir su propio juicio y desprecian los medios
que él ha ordenado para corregirlos y unirlos en la verdad, quedarán
en la situación descrita por las palabras de nuestro Señor citadas más
arriba.
Dios está sacando a un pueblo y preparándolo para que se desta-
que por su unidad, hable las mismas cosas y cumpla así la oración
de Cristo en favor de sus discípulos: “Mas no ruego solamente por
éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra
de ellos. Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y
yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el
mundo crea que tú me enviaste.”
Juan 17:20, 21
.