Página 164 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
Se levanta otro aseverando ser conducido por Dios, y presenta
la doctrina de que los impíos no resucitarán, herejía que es una
de las obras maestras del engaño satánico. Otro alberga opiniones
erróneas acerca de la edad futura. Otro insiste celosamente en que
se adopte el traje americano [moda extravagante que se procuraba
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implantar entonces en los Estados Unidos]. Todos quieren plena
libertad religiosa y cada uno actúa independientemente de los demás,
y sin embargo aseveran que Dios obra especialmente entre ellos.
Caudillos presuntuosos
Algunos se regocijan de que tienen los dones que otros no tienen.
Dios quiera librar a su pueblo de tales dones. ¿Qué hacen estos
dones por ellos? ¿Se unen en la fe por el ejercicio de estos dones?
¿Y convencen acaso al incrédulo de que Dios está en verdad con
ellos? Cuando estos seres discordantes, que sostienen sus diferentes
opiniones, se reúnen y manifiestan considerable excitación y se
expresan en lengua desconocida, dejan brillar de tal manera su luz
que los incrédulos dirían: “Esta gente no es cuerda; está arrebatada
por una falsa excitación, y sabemos que no tiene la verdad.” Los
tales estorban directamente el camino de los pecadores; su influencia
tiende a impedir a otros que acepten el sábado. Los tales serán
recompensados según sus obras. ¡Ojalá que se reformen o renuncien
al sábado! En tal caso no estorbarían el camino de los incrédulos.
Dios ha conducido a hombres que han trabajado durante años,
que han estado dispuestos a hacer cualquier sacrificio, que han su-
frido privaciones y soportado pruebas para presentar la verdad al
mundo, y por su conducta consecuente han eliminado el oprobio que
los fanáticos impusieron a la causa de Dios. Han hallado oposición
de toda clase. Han luchado noche y día en busca de las evidencias de
nuestra fe, para poder presentar la verdad con claridad, en forma bien
eslabonada, a fin de que pudiesen resistir toda oposición. La labor
incesante y las pruebas mentales relacionadas con esta gran obra han
agobiado más de una constitución y encanecido prematuramente las
cabezas. No se han gastado en vano. Dios ha notado sus oraciones
fervientes acompañadas de lágrimas de agonía, en que se pedía luz y
verdad y que ésta resplandeciese con claridad delante de los demás.
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